Este regreso está marcado por el crecimiento de las tensiones entre Uruguay y la Argentina, como consecuencia de la instalación en este pequeño país de dos importantes industrias papeleras (una española y otra finlandesa), con una inversión de 1.700 millones de dólares. Ya había escrito dos informes sobre esas relaciones entre los "países hermanos".
Tras realizar estudios en esta zona del mapa, finalmente las empresas Botnia y Ense escogieron Uruguay, donde habrá un millón y medio de hectáreas forestadas. Desde entonces, las presiones del vecino país, hace unos meses, han sido incesantes, encabezadas por el gobernador de Entre Ríos (Argentina), Jorge Busti, quien aspiraba a que se situaran de su lado. Entonces nació la alerta: se contaminará el río Uruguay. (Dijo, de paso por aquí, Fraga Iribarne que si se hubieran situado del otro lado del río no había problemas ambientales).
En consecuencia, de inmediato se instalaron piquetes de ambientalistas, con sus carpas y sombrillas, sus asados y termo y mate, impidiendo todo desplazamiento hacia Uruguay por los puentes. Tanto sus compatriotas turistas como camiones uruguayos y chilenos están allí, varados.
Estos actos de corte de rutas, que parecían desterrados desde la Edad Media, avasallan la libre circulación de personas y los tratados del Mercosur, han afectado realmente al turismo uruguayo. Los visitantes del "hermano" país no llegaron (como dije antes) en la misma cantidad que en otros años.
El presidente Néstor Kirchner ha observado desde lejos el tema, aunque escuchó que su par uruguayo, Tabaré Vázquez, declaró: "A Uruguay no lo van a patotear" (es decir, llevar por delante grupos violentos: las "patotas" o piquetes). Kirchner ordenó al gobernador Busti que aflojara la tensión en los puentes, y éste no encontró mejor forma que anunciar que reclamará ante el Tribunal de La Haya la instalación de estas dos industrias papeleras en Uruguay. (Fue alertado por expertos de que difícilmente obtendrá por ese medio un triunfo, y de que la medida deberá presentarla el Gobierno argentino y no él). Pero los ambientalistas (más Greenpace, cuando no), ajenos a los informes solicitados por Argentina y presentados una y otra vez por Uruguay (dos de ellos del Banco Mundial, todos ellos destacando que las papeleras contarán con la más alta y moderna tecnología), continúan sin atender al virulento gobernador Busti, quien los ha estimulado de tantas formas (días libres en su trabajo, escolares sin clases con banderitas alusivas en los puentes) que ahora ya no puede detenerles. Y es que se le fue de las manos el negocio...
¿Qué ocurrirá? No lo sé. Esperemos que cunda la cordura, del otro lado. Por algo las dos empresas, tras un análisis que descontamos riguroso, escogieron instalarse en este país y no allá, en tierras de Busti, donde proliferan papeleras de obsoleta tecnología, cuya contaminación ignora olímpicamente. Por el momento, el Gobierno de izquierdas de Tabaré Vázquez, arropado por los principales dirigentes de las demás formaciones (el socialdemócrata Partido Colorado y el liberal Partido Nacional), ha decidido no dar un paso atrás. Buscará apoyo en los países vecinos, especialmente en Chile (cuyo tránsito ha sido también cortado hacia esta zona, y su canciller se ha mostrado ya preocupado), y se habla del inicio de posibles conversaciones entre los presidentes Vázquez y Kirchner.