Menú
CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Tupidos velos

Leyendo a Juan Goytisolo no siempre es evidente distinguir entre su mala fe y su imbecilidad, porque es de una mala fe tan imbécil que todo se embrolla. Con disciplina kominterniana, todos los escritores del imperio Polanco se han puesto a loar la zapaterista “alianza de los bárbaros y los bobos”, algunos con sus dimes y diretes, como Fernando Savater, que prefiere el término “cultura” al de “civilización” (?) (Goytisolo prefiere “Armonía”; ¡capullo!).

Leyendo a Juan Goytisolo no siempre es evidente distinguir entre su mala fe y su imbecilidad, porque es de una mala fe tan imbécil que todo se embrolla. Con disciplina kominterniana, todos los escritores del imperio Polanco se han puesto a loar la zapaterista “alianza de los bárbaros y los bobos”, algunos con sus dimes y diretes, como Fernando Savater, que prefiere el término “cultura” al de “civilización” (?) (Goytisolo prefiere “Armonía”; ¡capullo!).
Valdría la pena redactar un catálogo de los idiotas, en este caso ibéricos, con sabrosas citas de sus idioteces sobre el tema. En el caso de Goytisolo, los motivos para hacerse propagandista de la Armonía son más transparentes: su filoarabismo, en primer lugar, y los matrimonios gays, en segundo (o viceversa). La "legalización" de los matrimonios homosexuales, como fundamento revolucionario del "hombre nuevo", le ha entusiasmado tanto que para esa ocasión ha recobrado simbólicamente su nacionalidad española, como así lo escribió en su día. Sentirse o no español según sea su Gobierno ya resulta una aberración, pero es aún más grotesco, porque no se trata de cuestiones, o fanatismos, políticos, sino sexuales.
 
En un artículo de antología (El País, 19-9-2005), después de derrochar el habitual catálogo cebrianesco de infamias contra Bush y contra Aznar, justifica el terrorismo (fingiendo "condenarlo") como respuesta a las agresiones imperialistas occidentales, bueno, toda esa retahíla, y añade por su cuenta que la Armonía que Rodríguez propone al mundo podría parecer utópica, pero: "Las sociedades han avanzado gracias a la pequeña dosis de utopía que nos transformó poco a poco en lo que hoy somos: la eliminación de la esclavitud parecía utópica hace dos siglos, la igualdad de la mujer hace solamente 100 años". Buen ejemplo de lo dicho: al escribir eso ¿es imbécil o su mala fe se convierte en imbecilidad? Porque no me digas, ilustre mequetrefe, que ignoras que la igualdad de la mujer sigue siendo hoy, y no hace 100 años, una utopía en todos los países musulmanes, cuando, además, haces una trivial alusión a ello.
 
Siempre hay que distinguir, para apreciar plenamente la realidad social, la ley de las costumbres: la constitución, pongamos, de los hábitos. Efectivamente, hoy, en los países civilizados la igualdad de la mujer es la ley, incluso afirmo que no hay civilización sin igualdad, ni libertad, pero eso no excluye totalmente en nuestras costumbres y hábitos sociales, viejos prejuicios, resistencias añejas, problemas varios, contra los que hay que seguir luchando; pero entre éstas y otras imperfecciones, o discriminaciones, que subsisten y la realidad de la situación de la mujer en los países musulmanes dista un abismo. Y cuanto más se impone en dichos países la ley coránica más se discrimina, humilla y desprecia a la mujer.
 
No todos los países musulmanes son igual de criminales en éste y otros aspectos, pero en ninguno, absolutamente ninguno, la mujer es igual al hombre; si no dejaría de ser un país musulmán. La única excepción que confirma la regla fue Túnez, cuando, con la independencia, su primer presidente, Habib Burguiba, impuso la igualdad en la ley, o sea en la nueva Constitución. Pero tengo entendido que, pese a que no se haya cambiado la ley, la presión islamista, tan potente en todo el Magreb, está logrando cambiar las costumbres; para mal, para obedecer a Alá.
 
Una mujer afgana, enclaustrada en su burka.Si todos los países musulmanes discriminan a la mujer, no todos lo hacen con la misma crueldad. La situación de la mujer en Marruecos o Jordania no es exactamente la misma de la que fue en Afganistán, con los talibanes, y sigue siendo en Irán, Sudán, Arabia Saudí, los Emiratos, etcétera, pero ninguna mujer europea o norteamericana aceptaría vivir como viven sus semejantes en los países musulmanes. Bueno, puede que sea ésta una afirmación demasiado categórica, porque el señuelo de la dominación/protección no está totalmente ausente en ciertas mentes femeninas.
 
Lo que me indigna desde un punto de vista ético y político es que tantas mujeres progres, o que se esfuerzan por serlo, que jamás aceptarían que se las lapide cuando son adúlteras –y ¿cuándo no lo son?–, que se mutile el clítoris de sus hijas, que se las prohíba hasta conducir coches, y, en resumidas cuentas, que no tengan los mismos derechos que los hombres, para emplear la jerga onusiana, obcecadas por su imbecilidad saltan al ruedo para defender a los "países árabes", a darles razón en todo, a justificar sus barbaridades, como su terrorismo, porque en definitiva la culpa de todo es nuestra, la culpa la tiene Occidente para siempre jamás. Y cuando les sacas el tema de la "condición femenina" responden con absoluto e inconsciente racismo: "Pero es que ellas son felices así, y además no han conocido otra cosa". Las progres, ellas, no lo aceptan, porque se creen de una estirpe superior.
 
La situación de la mujer en los países musulmanes constituye un escándalo inaceptable, pero no es el único. Aunque también existan matices en esta abyección, puede afirmarse que en los países musulmanes no existe ni libertad sindical, ni libertad de expresión, ni pluripartidismo ni verdadera democracia, en suma. Y cuando hay elecciones, como en Irán y Egipto recientemente, constituyen una siniestra farsa. También había elecciones en la URSS. Pero vivimos en un mundo en el que resulta legítimo poner en tela de juicio, de manera radical e insultante además, la primera victoria electoral de George W. Bush y, en cambio, se comenta sesudamente las elecciones en Irán; se llega incluso a afirmar que constituyen una "victoria de los pobres", cuando todo el mundo sabe que son los ayatolás los que lo deciden todo, coránicamente, hasta quiénes tienen derecho a ser candidatos y quiénes no.
 
En este contexto, presentar la "alianza de civilizaciones" patrocinada por el señor Rodríguez y el pendiente de juicio Kofi Annan como una utopía es para morirse de risa. Ni siquiera será un nuevo Pacto de Munich, cuando "a cambio de la paz" los gobiernos de Francia y Reino Unido entregaron Checoslovaquia a los nazis (que luego se "comieron" Austria, Polonia, etcétera), porque no vivimos en el mismo mundo. Si Francia es cada vez más "muniquesa", Inglaterra no (aunque meta gravemente la pata con lo de Turquía en la UE), porque existen los poderosos Estaos Unidos, Israel (sí, ¡Israel, Goytisolo!), Japón, Australia, etcétera; porque en ese mar de cinismo cobarde existen países y personas dispuestas a defender la democracia. Por cierto, ya que a Goysilolo tanto le gusta citar Sarajevo, como ejemplo de sus hazañas personales, ¿qué hubiera ocurrido en ex Yugoslavia sin la intervención militar de los Estados Unidos?
 
Si se reflexiona dos segundos, la propaganda "muniquesa" sobre Armonía, alianza de las civilizaciones o culturas, resulta que, como las señoras progres, es profundamente racista. Deberíamos aliarnos con países donde no existe ni igualdad para las mujeres, ni democracia para los ciudadanos, con la coartada de que eso nada importa, porque ellos, los "moros", están satisfechos así. Pues no. Si un argelino, un egipcio o un iraní, pongamos, es efectivamente igual a mí –incluso a ti–, su "civilización" no, porque no existe. Tiene derecho a conquistarla, y no es imposible que podamos ayudarles, pero desde luego no respetando sus injusticias y discriminaciones como tradiciones "culturales" inamovibles. Y aún menos su terrorismo como venganza divina.
0
comentarios