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IBEROAMÉRICA

Sólo falta la libertad

América Latina está sumida en el infortunio. Pese al ligero crecimiento de los últimos tres años, más del 40% de su población permanece en la pobreza, y todo parece indicar que las próximas décadas no serán diferentes.

América Latina está sumida en el infortunio. Pese al ligero crecimiento de los últimos tres años, más del 40% de su población permanece en la pobreza, y todo parece indicar que las próximas décadas no serán diferentes.
Lo más trágico es la decepción que el estancamiento origina, lo cual ha llevado a los pueblos a elegir dirigentes de izquierda, como Evo Morales en Bolivia, cuyas políticas radicales, lejos de traer un cambio para bien, sólo lograrán un cambio para peor. No obstante, si bien el problema del atraso endémico es complejo, la solución es sencilla: liberalizar la economía.
 
¿Por qué América Latina sigue en ruinas, mientras otros países pobres crecen, crean empleos y traen esperanzas a sus pueblos? La razón no está en la cultura, la tecnología, los recursos, la religión o la raza, sino en la continua degradación de la libertad económica, en tanto que en el resto del mundo ésta se ha incrementado, en especial en los países que más han crecido y prosperado. Y a mayor libertad económica mayor ha sido el crecimiento y el progreso de los países, como ya explicaba Adam Smith en La riqueza de las naciones (1776). Las sociedades más libres son más productivas, más ricas y más felices.
 
La libertad económica –libertad de trabajar, producir, comprar y vender– es el factor más importante para conseguir altas tasas de crecimiento y prosperidad a largo plazo. La historia y la teoría económica demuestran indiscutiblemente que el libre comercio, los mercados abiertos, una regulación e intervención estatal bajo mínimos, los bajos impuestos, una moneda sana, la escasa informalidad, la justicia independiente, una sólida protección de la propiedad, una corrupción bajo mínimos y las demás libertades económicas constituyen la base del progreso.
 
El ex golpista Hugo Chávez, presidente de Venezuela.El Índice de Libertad Económica de la Heritage Foundation y el Wall Street Journal compara la libertad económica de 160 países. Al igual que todos los años, el Índice 2006 muestra que los más prósperos son los de mayor libertad económica, y los más atrasados los de menor libertad económica, los más estatistas y con mayor intervención del Gobierno en la economía, con derechos de propiedad inseguros, grandes mercados negros, fuertes barreras comerciales, excesivas regulaciones y alta corrupción.
 
El índice muestra que el ingreso por habitante de los países considerados "libres" es diez veces más alto que en los países "mayormente restringidos", como toda América Latina, a excepción de Chile. En toda la historia del Índice, entre los diez países del mundo que más redujeron su libertad económica figuran Venezuela y Paraguay, precisamente dos de los que más se han empobrecido en la última década.
 
En cambio, las naciones que lograron liberalizar sus economías disfrutan hoy de altas tasas de crecimiento de la producción y la productividad, mejores ingresos por habitante, más ofertas de empleo y menor pobreza e indigencia. La clave del éxito en estos países estuvo en la liberalización, basada en cambios rápidos y decisivos que permitieron un acelerado crecimiento y el fuerte apoyo del electorado, explica Mary Anastasia O'Grady, del Wall Street Journal. Los países que fracasaron en sus reformas se sustentaron en procesos graduales.
 
Infelizmente, las teorías sobre el desarrollo prevalecientes en América Latina apuntan exactamente en dirección contraria a la libertad económica. Los socialistas nos han convencido de que para proteger a los más pobres es indispensable restringir el mercado, poner barreras al comercio y proteger algunas industrias "sensibles".
 
Nada más lejos de la verdad. Los países de mayor libertad no sólo tienen ingresos más altos que los países menos libres o más estatistas, sino que protegen mejor a sus pobres, tienen menor desempleo, mejor educación y salud, menor escasez y viven 25 años más, en promedio. Además, con menores regulaciones, impuestos, burocracia y aranceles, los países más libres tienen menos corrupción en el Gobierno.
 
Los países latinoamericanos son pobres únicamente a causa de la visión reaccionaria de sus gobernantes, que les niegan la libertad económica y les condenan al despojo a manos de los intereses creados de grupos políticos, sindicales, empresariales y campesinos.
 
 
© AIPE
 
Porfirio Cristaldo Ayala, corresponsal de la agencia AIPE en Paraguay y presidente del Foro Libertario.
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