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ESTADOS UNIDOS

¿Salvará Puerto Rico al Partido Republicano?

El Partido Republicano debería prestar atención al muy republicano gobernador de Puerto Rico, el reaganita Luis Fortuño. Los conservadores necesitan una estrategia para abordar la cuestión migratoria sin alienarse a la minoría más grande y de mayor crecimiento del país.


	El Partido Republicano debería prestar atención al muy republicano gobernador de Puerto Rico, el reaganita Luis Fortuño. Los conservadores necesitan una estrategia para abordar la cuestión migratoria sin alienarse a la minoría más grande y de mayor crecimiento del país.

Los conservadores abogan por que, antes de acometer una reforma integral de la política migratoria que resuelva la situación de los 11 millones de inmigrantes ilegales que hay en el país, se asegure la frontera sur. Pero es ésa una postura que puede hacer que los republicanos parezcan hostiles a los hispanos.

Fortuño quiere que los republicanos defiendan a la vez la necesidad de aumentar la vigilancia en la frontera y la estadidad de Puerto Rico. Esto, asegura, tendría un profundo impacto entre los hispanos de todo el país, pues entiende que instituciones y medios como Telemundo y Univisión han hecho que aquéllos adquieran una conciencia común.

¿Cuántos saben que los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses? ¿Que todos los presidentes desde Truman han respaldado el derecho de Puerto Rico a optar por la independencia o la estadidad? ¿Que, desde 1968, todas las plataformas republicanas han apoyado el derecho de Puerto Rico a elegir si abraza la estadidad? ¿Que Ronald Reagan, al anunciar su candidatura en 1979, dijo: "Soy partidario de la estadidad de Puerto Rico"?

Fortuño es partidario de la H. R. 2499 (que también apoyan otros conservadores relevantes, como el coordinador de la oposición en la Cámara de Representantes, Eric Cantor; el presidente de la Conferencia Republicana, Mike Pence, o el ex presidente del Comité Republicano de Estudio, Jeb Hensarling), que dispone la celebración de un plebiscito en la isla. Si la mayoría se decantase por el actual estatus, podría volver a plantearse la cuestión al cabo de ocho años. Si, por el contrario, votase por el cambio, los puertorriqueños habrían de elegir en un segundo referéndum entre el estado libre asociado, la independencia o la estadidad.

Puerto Rico, que está a la mitad de distancia de Florida que Hawaii de California, tiene el tamaño de Connecticut y más habitantes que 24 estados de la Unión. Su renta per cápita: 14.905 dólares, es sólo la mitad que la del más pobre de los estados, Mississippi: 30.103 dólares, y representa apenas el 27 por ciento de la del más rico, Connecticut: 54.397 dólares.

Fortuño dice que el sistema actual no ha logrado impedir que crezca la diferencia de renta entre la isla y la Unión. Por otro lado, EEUU no quiere ciudadanos poco entusiastas. En tres referendos (1967, 1993, 1998), los puertorriqueños han optado por el statu quo, es decir, por la condición de estado libre asociado, en vez de por la estadidad. En 1998, el resultado fue 50,4 frente a 46,5 por ciento. En los años 50, la última vez que se amplió la Unión, las poblaciones de Hawaii y Alaska apoyaron masivamente la estadidad.

Muchos republicanos sospechan que los demócratas del Congreso son partidarios de la estadidad por la misma razón por la que quieren que el Distrito Capitalino acceda también a la condición de estado: para ganar dos senadores (y, en el caso de Puerto Rico, tal vez hasta seis legisladores). Esos republicanos dan erróneamente por sentado que los 4 millones de habitantes de la isla tienen la misma orientación demócrata que los 4,2 millones de puertorriqueños que viven en el Bronx y en el resto del territorio nacional. Fortuño discrepa, y señala que mientras los republicanos del continente perdían las elecciones de 2008, él salió elegido con el mayor margen registrado en la isla en 44 años. Su partido se quedó con más de dos tercios de los escaños del Legislativo y con tres quintos de los consistorios, incluido el de San Juan.

El católico Fortuño, que se declara un "candidato de valores" y va a misa prácticamente a diario, dice que los puertorriqueños son culturalmente conservadores, y esgrime en favor de su opinión los siguientes datos: el 78 por ciento se muestra contrario al aborto, el 91 por ciento rechaza el matrimonio homosexual; la mayoría respalda su programa, que incluye rebajas tributarias y recortes del gasto, así como la eliminación de 16.000 puestos en el sector público para enjugar el déficit, que equivale al 45 por ciento del presupuesto.

Fortuño, graduado de la Escuela Diplomática de Georgetown y de la Facultad de Derecho de la Universidad de Virginia, aparenta la mitad de la edad que tiene: 49 años. "Los republicanos no pueden seguir oponiéndose a todos los temas de la agenda hispana", dice. Si está en lo cierto en lo relacionado con la importancia de la estadidad de Puerto Rico, los republicanos deberían escucharle detenidamente.

Estados Unidos se hizo con Puerto Rico hace 112 años, a resultas de ese desparrame de testosterona que solemos llamar Guerra Hispano-Estadounidense. Puede que, antes de que pase otro siglo, la ambigüedad puertorriqueña pase a mejor vida... para mayor gloria de los republicanos.

 

© The Washington Post Writers Group

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