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RUSIA

Putin y el terror verde

"El régimen que nos gobierna no es sino una amalgama de vieja nomenklatura, tiburones financieros, falsos demócratas y KGB", escribió en su día Solzhenitsyn. Y añadió: "No puedo llamarlo democracia, es un híbrido repugnante que no tiene precedentes en la historia (...) si esta alianza vence nos explotarán no setenta sino ciento setenta años".

"El régimen que nos gobierna no es sino una amalgama de vieja nomenklatura, tiburones financieros, falsos demócratas y KGB", escribió en su día Solzhenitsyn. Y añadió: "No puedo llamarlo democracia, es un híbrido repugnante que no tiene precedentes en la historia (...) si esta alianza vence nos explotarán no setenta sino ciento setenta años".
Alexander Solzhenitsyn.
Citemos tres sentencias más. La primera es de Dostoievski: "Rusia ha vomitado la bazofia con que la alimentaban". La segunda, de Antón Chéjov: "La vida rusa machaca al ruso hasta tal punto, que éste no logra reponerse". La tercera corre por cuenta de Vasili Grossman: "Rusia ha visto mucho a lo largo de sus mil años de historia. Hay una sola cosa que Rusia no ha visto jamás en esos mil años: la libertad" (¿se puede decir algo más horrendo de un pueblo?).

Cuando el proceso en que se halla inmerso Rusia mostraba su cara más putrefacta, después del derrumbe del Muro de la Vergüenza, escribí un artículo en El Comercio de Lima, titulado "La Rusia de las mafias", donde señalaba los peligros que podían cernirse sobre la libertad como consecuencia de la primacía de los ladrones de guante blanco (y no tan blanco); de la sustitución del comunismo por un sistema copado por ex miembros de la nomenklatura jugando a los empresarios mientras, realmente, conforman monopolios favorecidos por el aparato estatal.

Las siguientes líneas son de Vladimir Bukovsky, el más destacado disidente soviético –junto con Solzhenitsyn y Sajarov–, a quien invité a pronunciar una serie de conferencias en Buenos Aires:
El monstruo que crearon nuestros Frankensteins mató a sus creadores pero sigue vivo, muy vivo. A pesar de los informes optimistas de los medios de comunicación occidentales, que en los años transcurridos desde entonces han proclamado que Rusia entró en la era de la democracia y la economía de mercado, no hay evidencias, ni siquiera perspectivas, de que así sea. En lugar de un sistema totalitario, ha surgido un estado gángster, una tierra sin ley en la cual la antigua burocracia comunista, mezclada con el hampa, se ha convertido en una nueva elite política y en una nueva clase de propietarios.
También es de Bukovsky este párrafo; en concreto, de su autobiografía (To Build a Castle: My Life as a Dissenter):
En Occidente se han escrito miles de libros, y los políticos más prominentes elaborado centenares de doctrinas, con el objeto de alcanzar un compromiso con los regímenes totalitarios. Todos evaden la única solución correcta: la oposición moral. Las democracias mimadas de Occidente se han olvidado de su pasado y de su esencia; es decir, que la democracia no es una casa confortable, un automóvil elegante y el seguro de desempleo, sino, antes que nada, la posibilidad y el deseo de defender nuestros derechos.
En aquel artículo que escribí para el lector peruano decía que los tilingos de Occidente celebraron las políticas de Gorbachov sin percibir que se trataba de una nueva vuelta de tuerca para implantar el "verdadero socialismo", tal como él mismo proclamó en su libro sobre la Perestroika, que muchos compraron pero pocos se tomaron el trabajo de leer. Gari Kasparov informa de que Valdimir Putin celebra insistentemente la historia de la KGB y elimina el debate sobre Lenin ("Hacerlo sería decir a los rusos que han venerado valores falsos"), y de que en la Universidad de Moscú se tergiversan los hechos más importantes de la historia soviética.

Vladimir Putin.Putin se comporta como si fuera el dueño de Rusia. En una parodia notable, cambió de posición con un presidente títere, pero es él quien, recientemente, convocó a una ampulosa reunión a los empresarios más prominentes para impartirles directivas de modo prepotente; directivas que aceptan a fin de poder amasar fortunas colosales al amparo del Kremlin. También fue llamativa la manera arrogante en que se dirigió al Comité Olímpico a raíz de la pobre performance de los deportistas rusos en los Juegos de Invierno de Vancouver, el pasado febrero, evento para el que el gobierno (los contribuyentes) gastó tres mil quinientos millones de rublos.

Los rusos han padecido el terror blanco, el terror rojo y, ahora, el terror verde: este último lo protagonizan quienes se afanan por acumular a cualquier precio dólares en cuentas extranjeras; no se arredran ante el chantaje y el fraude. Pobre pueblo ruso, que de tanto en tanto se intenta salvar por medio de personajes como los corajudos disidentes soviéticos o, más recientemente, periodistas como la extraordinaria Anna Politkovskaya, que fue asesinada a balazos en un ascensor por bandas gubernamentales por sus denuncias de la colosal corrupción del régimen de Putin y sus sicarios hambrientos. En Rusia, durante los últimos tiempos se clausuraron veintiocho periódicos, se arrestó a cuarenta y siete periodistas y se confiscaron veintitrés editoriales que osaron criticar al régimen.

La sociedad abierta tiene como eje central la libertad, para que el ser humano pueda estar a la altura de su condición y encaminarse hacia donde juzgue pertinente. No da prioridad a las ganancias materiales: éstas son una de las numerosas consecuencias de liberar la energía creadora. Nadie ha expresado mejor que Alexis de Tocqueville esta idea básica, en su obra sobre el Antiguo Régimen francés:
De hecho, aquellos que valoran la libertad por los beneficios materiales que ofrece nunca la han mantenido por mucho tiempo (...) El hombre que pide a la libertad otra cosa que la propia libertad ha nacido para ser esclavo.
En cuanto a Wilhelm Roepke, en su libro sobre los necesarios marcos institucionales, subraya la importancia de alimentar el intelecto al efecto de evitar el totalitarismo, que prospera "más en almas vacías que en estómagos vacíos".

Es de desear que nuestros sufridos hermanos rusos tengan mejor suerte y se liberen de esta cleptocracia que los subyuga.

Una misión de funcionarios bolivianos acaba de regresar de Moscú, donde el embajador en La Paz, Leonid Golubev, destacó que Bolivia es un lugar "ideal" para construir una estación de lanzamiento de satélites, a lo que agregó el anuncio de un préstamo de 150 millones de dólares al gobierno "multicultural" de Evo Moral, la entrega de un avión presidencial a éste y el equipamiento de las Fuerzas Armadas bolivianas. Por otro lado, a principios del mes pasado Putin se reunió con Morales en Caracas, donde de paso informó de que reforzará la creciente ayuda militar rusa a Venezuela, para regocijo del bufón del Orinoco.

Según Yuri Yarmin Agaev, al derrumbarse el sistema comunista se reunió un grupo de distinguidos intelectuales soviéticos que procedían en su mayoría del exilio y que pudieron tener la posibilidad de influir en los acontecimientos; pero fueron desplazados bruscamente por la espesa maraña de burócratas del Fondo Monetario Internacional, que entregaron sumas millonarias a matones procedentes de la nomenklatura para que se alzaran con el poder. Hoy, en Rusia, de manera clandestina circulan semanarios y otras publicaciones y se celebran reuniones para debatir en torno a las ideas liberales: en ellas reside la esperanza, a pesar de la embestida de Putin y el terror verde.


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