Menú
AMÉRICA

¿Podrá renacer Haití?

Las elecciones ya han quedado atrás. Y para bien. La violencia, el desorden oficial y la difícil reconstrucción del registro de votantes obligaron a cuatro posposiciones. Pero al fin pudieron celebrarse, el 7 de febrero, con una participación del 63%, señal de su importancia para el pueblo. Y aunque el conteo levantó enormes sospechas y el proceso estuvo a punto de colapsar, la sólida victoria de René Préval fue reconocida, tras un inteligente acuerdo que despejó el camino para constituir un Gobierno democrático y legítimo.

Las elecciones ya han quedado atrás. Y para bien. La violencia, el desorden oficial y la difícil reconstrucción del registro de votantes obligaron a cuatro posposiciones. Pero al fin pudieron celebrarse, el 7 de febrero, con una participación del 63%, señal de su importancia para el pueblo. Y aunque el conteo levantó enormes sospechas y el proceso estuvo a punto de colapsar, la sólida victoria de René Préval fue reconocida, tras un inteligente acuerdo que despejó el camino para constituir un Gobierno democrático y legítimo.
Un partidario del nuevo presidente de Haití, René Préval.
Nada de lo anterior habría sido posible sin la presencia de una fuerza de "estabilización" de Naciones Unidas comandada por Brasil e integrada por 9.000 efectivos, sin la activa participación tanto de la ONU como de la OEA, sin la supervisión de un contingente de observadores electorales, sin cierta tutela de Estados Unidos y Francia y sin una buena dosis de madurez en varios dirigentes haitianos. Es decir, se trató de un parto muy complejo que, sin embargo, empalidece ante la enorme tarea que aguarda a los haitianos, y en especial a Préval y a su próximo Gobierno. Pero también a la comunidad internacional.
 
La trágica situación del país es de sobra conocida. Por algo está en la lista de "Estados fallidos", generalmente integrada por naciones africanas y de la que sólo Bolivia, en nuestro Hemisferio, también ha sido aspirante. El ingreso por habitante fue de 390 dólares el año pasado. Según el Informe Sobre Desarrollo Humano de 2005, la esperanza de vida al nacer apenas llega a 51,6 años, el analfabetismo afecta a 48 de cada 100 habitantes; la inversión nacional en salud fue de 83 dólares por habitante, según el dato más reciente (frente a los 576 de Panamá, por ejemplo), y el desempleo roza el 60%.
 
Si el llamado "capital humano" se encuentra en tal estado de postración, la infraestructura física está igualmente mal, los recursos naturales han sido explotados hasta los peores límites y las finanzas públicas han colapsado.
 
A todo esto se superponen los crónicos enfrentamientos de partidos, grupos, clases sociales y dirigentes, endémicos en la historia haitiana y generadores de una violencia que se ha alternado, con escasos períodos de calma, desde 1990, tras el derrocamiento de la sanguinaria dinastía Duvalier.
 
René Préval.Con las elecciones se abre una nueva ventana de esperanza, pero con un pronóstico muy reservado. Cómo aprovecharán esta oportunidad Préval y la élite política y económica y cuál será la actitud de la comunidad internacional son, en este momento, dos variables clave.
 
La lista de tareas pendientes incluye enormes desafíos políticos, económicos y sociales. Sin la reconstrucción de un esquema institucional básico, sin el desarrollo de canales de diálogo entre el Gobierno y la oposición y sin un respeto a las reglas de la democracia, cualquier buena iniciativa podrá sucumbir.
 
En lo económico, los retos inmediatos son de inversión y producción, tanto en el sector público como en el privado. Si no se genera algún flujo de riqueza constante que alimente a largo plazo las arcas del Gobierno y otorgue trabajo a la población, los enormes desafíos sociales serán imposibles de superar. Y en este ámbito casi todo está por hacerse.
 
Préval tiene en su haber que durante su anterior presidencia constitucional (1996-2000) mantuvo relativa calma en el país, logró cierta mejora económica y tuvo razonables relaciones con el Parlamento. Además, ha emitido declaraciones muy sensatas, en especial sobre uno de los temas más candentes: el posible regreso desde Sudáfrica del polémico, arbitrario y expulsado ex presidente Jean Bertrand Aristide, con el cual alguna vez tuvo estrechos nexos. Su argumento: como cualquier haitiano, está constitucionalmente habilitado para regresar, pero la forma deberá ser cuidadosamente establecida.
 
A lo anterior se añade la renovación del mandato, por seis meses más, a la fuerza estabilizadora ONU y los compromisos asumidos por donantes nacionales y multilaterales en una reunión celebrada el 21 de febrero en el Banco Mundial.
 
¿Podrán todos estos elementos positivos crear una nueva alquimia que cambie la dirección de Haití durante los próximos años? Cualquier duda es posible y razonable. El pasado ya ha ofrecido otras oportunidades que se han evaporado en medio de la violencia. Pero quizá, ahora, la historia pueda ser distinta. De lo contrario, el costo sería catastrófico.
0
comentarios