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EEUU

¿Obama gira al centro?

En el acto en memoria de los asesinados en Tucson, Barack Obama, en el que ha sido su mejor discurso, mostró mesura, aunque indirectamente utilizó el podio para lucirse y hacer campaña, como de costumbre. El público, o parte de él, totalmente desubicado, como es norma entre los descerebrados progres, chiflaba y aplaudía en apoyo del ungido, olvidando el motivo de la triste reunión.


	En el acto en memoria de los asesinados en Tucson, Barack Obama, en el que ha sido su mejor discurso, mostró mesura, aunque indirectamente utilizó el podio para lucirse y hacer campaña, como de costumbre. El público, o parte de él, totalmente desubicado, como es norma entre los descerebrados progres, chiflaba y aplaudía en apoyo del ungido, olvidando el motivo de la triste reunión.

Obama pudo pedir recato pero dejó que continuase el vitoreo. No obstante, se mantuvo en la actitud que pedían las luctuosas circunstancias. ¡Felicidades! Hacía tiempo que se esperaba un toque de discreción del presidente.

En contraposición a la compostura de Obama, la inescrupulosa Hillary lanzó duros ataques a las derechas, a las que acusó de motivar los asesinatos, sin tener la menor prueba de que el enajenado criminal que cometió la matanza fuese militante o simpatizante de tal o cual partido. Lo mismo hizo su marido. Es que los Clinton son los Clinton. La decencia no es parte de su esencia.

Desde su dolorosa derrota legislativa, Obama se ha vuelto taciturno y apunta, obligado, al centro. Buscando asesores con experiencia en el camino hacia la moderación, encontró a varios que sirvieron a Bill Clinton cuando sufrió un bajón parecido.

La única alternativa que le queda es escuchar al pueblo; de lo contrario sus posibilidades de reelección quedarán hundidas. En realidad, están hundidas, pero sigue siendo mejor que escuche al pueblo.

No ha habido una sola medida que Obama haya propuesto, o forzado, y que haya sido aceptada por los norteamericanos. La extrema izquierda no es el camino que la mayoría quiere seguir, y finalmente parece que Su Excelencia captó el mensaje. Puede ser que haya un giro, aunque, conociendo el empecinamiento de los izquierdistas, no hay que ser demasiado optimistas.

Mr. Obama, con más canas y menos sonrisas, se dio cuenta de que pasó el momento de éxtasis que enfebreció su campaña. De acuerdo con la encuestadora Rasmussen, sólo el 26% de la población cree que el país va en la dirección correcta. Este es el indicio más categórico de lo que le espera al presidente en 2012 si el Partido Demócrata le vuelve a postular, lo que es más que seguro, puesto que los izquierdistas se manejan por apariencia y condescendencia, nunca en función de la realidad y la verdad. Por eso son idealistas, aunque el término que mejor los define es el de desubicados.

Este aparente giro al centro de Obama no es por propia voluntad; es que no le queda alternativa. Si quiere que se apruebe cualquier ley, tendrá que negociar con la Cámara de Representantes, en manos de los republicanos. Su reforma sanitaria está en la mira de los nuevos congresistas, a pesar de que en ese chorizo de 2.000 páginas hay cosas válidas. Las empresas de seguros actúan igual que los bancos. Los bancos sólo prestan dinero a quienes tienen dinero y las empresas de seguros médicos sólo aseguran a quienes no están enfermos. Ese comportamiento debe regularse en favor del público. 

El prudente discurso de Tucson es un elaborado mensaje para recuperar votantes. Para mostrarse convincente, Obama se está deshaciendo de sus más cercanos colaboradores: Rahm Emanuel, David Axelrod, Robert Gibbs, Jim Messina: todos ellos han sido enviados a Illinois, para que empiecen a trabajar en la futura campaña electoral; de manera que el giro al centro no es más que otra sombría maniobra política.

 

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