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REINO UNIDO

Los revoltosos de Londres pagarán por su educación

Los estudiantes que recientemente tomaron el centro de la capital británica para protestar por la subida de las tasas universitarias no se han salido con la suya: la ley que combatían ha obtenido el visto bueno de la Cámara de los Comunes, si bien por un estrecho margen y provocando un gran desgaste a los liberal-demócratas de la coalición gobernante. 


	Los estudiantes que recientemente tomaron el centro de la capital británica para protestar por la subida de las tasas universitarias no se han salido con la suya: la ley que combatían ha obtenido el visto bueno de la Cámara de los Comunes, si bien por un estrecho margen y provocando un gran desgaste a los liberal-demócratas de la coalición gobernante. 

Se temía que la Cámara de los Lores tumbara la norma, pero finalmente no se ha doblegado a las presiones y la ha ratificado. El que han dado los legisladores británicos es un paso en la dirección de una universidad menos subvencionada, más competitiva y más responsable ante sus usuarios.

El pilar de la nueva legislación, y el objeto de la controversia, es la subida del tope de las tasas. Hasta ahora, la vasta mayoría de las universidades (entidades sin ánimo de lucro registradas como charities) no podía cobrar más de 3.290 libras de matrícula a los alumnos. Como el coste medio real por estudiante es de unas 7.000 libras, el resto corría a cargo de los contribuyentes. Pero a partir de 2012 las universidades tendrán libertad para aumentar las tasas hasta las 9.000 libras (10.500 euros), de forma que los recortes previstos en el presupuesto de educación universitaria se verán compensados por un aumento de los ingresos obtenidos de los usuarios del sistema.

Para los socialistas desinformados, la subida de las tasas supone negar a los más pobres el acceso a la universidad. ¿Quién puede pagar 6.000 o 9.000 libras al año? Cabe aclarar, no obstante, que en Inglaterra el dinero de la matrícula lo avanza el Estado en forma de crédito. Nadie tiene que abonar las tasas para poder acceder a la universidad, y únicamente estará obligado a repagar la deuda el graduado que llegue a ganar más de 21.000 libras al año. Antes solo estaban exentos de la devolución los graduados que no llegaban a las 15.000 libras anuales, así que la reforma favorece al cuartil con menos recursos.

Así, cada mes los estudiantes pagarán un 9% de sus ingresos por encima de 21.000 libras, con un tipo de interés progresivo que será nulo para las rentas más bajas. Si la deuda no se repaga en 30 años, se extingue. Las condiciones son tan progresistas... que a lo mejor acaban demostrándose insostenibles: el gobierno estima que, en el mejor de los casos, solo el 50% de los alumnos llegará a repagar la deuda completamente.

¿Es injusto que los graduados sufraguen su educación? La universidad no es gratis, nada lo es. Además, casi la mitad de los jóvenes pasa hoy por la universidad (frente al 6% de hace 50 años). Solo hay dos formas de afrontar su coste: o la pagan vía precios (o tasas diferidas) los que más se benefician de ella, los graduados, o la pagan vía impuestos el resto de la sociedad. Se estima que, en el transcurso de su vida laboral, los graduados ganan alrededor de 100.000 libras más que los no graduados; algunos, claro, ganan mucho más. ¿Por qué los segundos tienen que subsidiar a los primeros?

Pero acaso el aspecto más positivo de esta reforma es la nueva estructura de incentivos que introduce: las universidades ya no dependerán de los fondos del Estado, de modo que tendrán que competir por el favor de los estudiantes. El efecto de esta competencia será un aumento de la calidad de la enseñanza. Las universidades exitosas captarán más alumnos y se expandirán, mientras que las más ineficientes se contraerán. Todas tendrán más incentivos económicos para mejorar. Los precios variables de las matrículas transmitirán información sobre la demanda y la relevancia de determinados cursos.

La coalición gobernante ha destacado las virtudes de un sistema universitario con más elementos de mercado, que responda ante los usuarios a los que sirve. Pero la oposición aborrece esta separación Universidad-Estado. En palabras del líder laborista, Ed Miliband, hay que "evitar" que se cree un "mercado" en el ámbito de la educación superior, que unas universidades puedan cobrar más que otras. "Es una cuestión de principios", ha afirmado. ¿Qué principios?

Los laboristas defendían un impuesto a los graduados que sería recaudado por el Estado y repartido según su criterio entre las universidades, con lo que se perdería el vínculo entre la universidad y sus usuarios y, por tanto, el incentivo para que la primera ofreciera a los segundos unos mejores servicios en un entorno más competitivo. Todo sea por los principios...

La reforma británica está inspirada en el reciente informe de Lord Browne, encargado por los propios laboristas, que abogaba por la supresión de todo control de precios, de forma que cada universidad tuviera libertad plena en ese ámbito. Aunque la reforma de la coalición liberal-conservadora está bastante en sintonía con las recomendaciones de Browne, Cameron no ha querido ir tan lejos y ha mantenido un precio tope. Por otro lado, no se han hecho propuestas ambiciosas por el lado de la oferta, como facilitar la entrada en el sector de instituciones con ánimo de lucro. Por eso las universidades inglesas seguirán teniendo problemas para competir globalmente con Harvard, el MIT o las pujantes universidades chinas.

 

© Instituto Juan de Mariana

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