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RUSIA

Los poderes del zar Putin

La potencia de un país no reside sólo en su economía y en sus fuerzas armadas, también en su clase dirigente y en su Constitución. El nuevo presidente de Rusia, Vladímir Putin, va a disponer de unos poderes que en su país sólo tuvieron los secretarios del PCUS. Su modelo en Europa podría ser la V República del general Charles de Gaulle.


	La potencia de un país no reside sólo en su economía y en sus fuerzas armadas, también en su clase dirigente y en su Constitución. El nuevo presidente de Rusia, Vladímir Putin, va a disponer de unos poderes que en su país sólo tuvieron los secretarios del PCUS. Su modelo en Europa podría ser la V República del general Charles de Gaulle.

Japón y Alemania podrían ser potencias mundiales, pero por su pasado y por la presión internacional han decidido limitarse a la economía. En cambio Brasil, con una economía en crecimiento pero con inmensas desigualdades interiores, ha optado por armarse y reclamar un puesto entre las grandes potencias. Rusia, una vez superado el derrumbamiento de la Unión Soviética y recuperada la economía, pretende ascender de nuevo al papel de superpotencia mundial.

Rusia lleva años en manos de dos hombres: Vladímir Putin, un veterano del KGB, y Dimitri Medvédev, un profesor de derecho. Es tal la confianza entre ambos, que han cambiado sus puestos. Cuando Putin no pudo presentarse a la reelección en 2008 por la prohibición constitucional de ejercer más de dos mandatos presidenciales consecutivos, propuso a su partido, Rusia Unida, que llevase como candidato a Medvédev, y cuando éste se convirtió en el jefe ruso de Estado más joven desde que Nicolás II fuese coronado en 1896, con 28 años, nombró primer ministro a Putin. En septiembre de 2011, en el congreso de Rusia Unida se cambiaron los puestos: Medvédev se presentaría a las elecciones parlamentarias de diciembre y Putin a las presidenciales de marzo de 2012.

La "democracia soberana"

Los períodos de Putin (1999-2008) y Medvédev (2008-2012) han supuesto un fuerte contraste con los de Borís Yeltsin (1991-1999). Debido a la ruina económica del país y la impopularidad del comunismo, Moscú tuvo que asistir impotente a la separación de las repúblicas que formaban la URSS. Yeltsin hubo de seguir con la petición de préstamos y ayuda alimentaria a Occidente y Japón que ya había iniciado Mijaíl Gorbachov y aceptar condiciones como la reunificación de Alemania, el ingreso de antiguos miembros del Pacto de Varsovia en la OTAN y el control de su armamento nuclear.

Putin comenzó una política definida por él mismo como "democracia soberana", según la cual Rusia debe seguir su propio modelo, sin copiar formas occidentales. La subida de los precios internacionales del petróleo y el gas, prácticamente los únicos productos de exportación que tenía el país en esos años, le permitió disponer de fondos para nuevos programas militares y espaciales, para recuperar la sanidad y hasta para promover la natalidad.

En 2009 Rusia se convirtió en el primer exportador de petróleo del mundo, por delante de Arabia Saudí, y ese mismo año el Gobierno de Medvédev y Putin no vaciló en cortar el suministro de gas a Ucrania para resolver una disputa.

Política exterior independiente

En política internacional, Moscú ha recuperado desde hace años la iniciativa y ha erigido una esfera de influencias. A diferencia de Barack Obama, que promueve el soft power, los organismos multilaterales y el diálogo, el dúo Medvédev-Putin ha recurrido a la fuerza cuando han estado en juego los intereses rusos, aunque ello contradiga el Concepto de Política Exterior promulgado por Medvédev en julio de 2008. Según este documento, Rusia debe buscar una asociación estratégica con Estados Unidos para superar recelos tradicionales, la cooperación con la Unión Europea y la formación de un nuevo y amplio espacio de seguridad euro-atlántico. Sin embargo, los hechos sucedidos inmediatamente después indican que esas directrices quedan supeditadas al interés nacional.

Así, Moscú atacó Georgia en agosto de 2008 para defender a sus aliados de Osetia y Abjasia; además, ha reforzado sus relaciones con Irán, Cuba y Venezuela. En el conflicto sirio, es la única gran potencia que continúa apoyando a Bachar el Asad, cuando Estados Unidos, Francia y Arabia Saudí respaldan a los rebeldes.

La decisión populista de la canciller Ángela Merkel de cerrar las 17 centrales nucleares de que dispone Alemania implica un aumento de la dependencia germana del gas natural suministrado por Rusia. Existe el temor de que Alemania se vincule cada vez más a Rusia, un gran mercado para su tecnología, en detrimento de la Zona Euro.

Un presidente para doce años

Antes de las elecciones, Putin publicó un artículo en la oficial Rossiyskaya Gazeta en el que se comprometía a dotar a las Fuerzas Armadas rusas de superioridad militar y tecnológica sobre cualquier adversario. Por lo que hace al reforzamiento del Estado, se ha logrado también con una reforma constitucional.

La Constitución vigente la hizo aprobar Yeltsin en referéndum en diciembre de 1993. Establece un sistema presidencialista con un primer ministro nombrado por el presidente con la aprobación de la Duma, la Cámara Baja. El presidente es elegido mediante sufragio universal, directo y secreto, y puede desempeñar dos mandatos seguidos de cuatro años; después de un mandato inhábil, puede volver a presentarse.

En diciembre de 2008 se introdujeron unas reformas propuestas por el presidente Medvédev, que había tomado posesión en mayo. Entre otros puntos, ampliaban el mandato presidencial a seis años a partir de las elecciones de 2012. Después de su victoria, Putin podrá gobernar hasta doce años seguidos, que se sumarán a los ocho anteriores, con los que podría alcanzar los veinte, el reinado de un zar. Y como un zar, tendrá la Duma sometida, no sólo porque su partido tenga en ella la mayoría absoluta.

De acuerdo con las reformas constitucionales, el presidente puede disolver la Duma cuantas veces desee. Si la Duma aprobase una moción de censura del Gobierno o le negase la confianza, el presidente no tiene la obligación de aceptar la dimisión del Gabinete, sino que puede optar por mantenerlo o por disolver el Legislativo.

La aparente disfuncionalidad entre una Cámara cuya legislatura dura cinco años y un presidente electo para seis se soluciona con la disolución de aquélla y la convocatoria de nuevas elecciones parlamentarias; solución que se encuentra en manos del presidente.

Durante la tramitación de la reforma constitucional de 2008, Medvédev negó que ésta fuese a hacer de Rusia "una república parlamentaria", porque eso supondría "la muerte de la nación".

Ni Francia ni Estados Unidos

El poder del presidente de EEUU es menor: sólo puede gobernar ocho años, y además carece de la facultad de disolver el Congreso, que le puede dejar sin fondos.

En Europa sólo hay una Constitución que dé tanto poder al jefe del Estado: la francesa de la V República... pero antes de las reformas de 2000, que redujeron el septenio presidencial a quinquenio y concedieron algunos poderes más al Parlamento. Si miramos fuera de Europa, el modelo más próximo a la norma fundamental rusa es el de la Constitución chilena de 1980, escrita para el general Pinochet con la finalidad de instaurar en el país austral una "democracia autoritaria y protegida" y evitar crisis políticas como la que condujo al Gobierno Allende y al golpe de estado de 1973.

En mayo, Putin jurará de nuevo como presidente y propondrá a la Duma a Medvédev como primer ministro. Cabe preguntarse si dentro de seis o de doce años asistiremos a un tercer cambio de sillas entre los dos amigos; y, también, si está naciendo un PRI ruso.

Lo importante es que la Rusia de Putin dispone de autosuficiencia energética, potencia militar, doctrina geopolítica y Constitución. Mientras tanto, Europa no sabe qué hacer con Grecia.

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