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CORTEMOS EL GRIFO, YA

Los males de la ONU

El vicesecretario general de las Naciones Unidas, Mark Malloch Brown, declaró recientemente que el público norteamericano ignora la importancia y efectividad de la ONU porque Washington es demasiado tolerante con los ataques contra el organismo y permite que la posición de sus peores detractores, como Rush Limbaugh y Fox News, cale en la gente.

El vicesecretario general de las Naciones Unidas, Mark Malloch Brown, declaró recientemente que el público norteamericano ignora la importancia y efectividad de la ONU porque Washington es demasiado tolerante con los ataques contra el organismo y permite que la posición de sus peores detractores, como Rush Limbaugh y Fox News, cale en la gente.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan.
La realidad es que la ONU se ha ganado el desprecio de la gente, ya que su historial, de seis décadas, ha estado repleto de fracasos, corrupciones e incompetencias, por no hablar del mal juicio y la condescendencia de funcionarios como Brown, que merecen todo nuestro desprecio.
 
Las más conocidas intervenciones e intentos de mantener la paz de la ONU se han realizado de la mano de la peor diplomacia y a paso de hormiga, a la vez que sus publicaciones sobre salud pública y protección medioambiental suelen ser desastrosas. Los dirigentes de Naciones Unidas suelen ignoran la relación directa entre la creación de riqueza y el bienestar tanto público como del medio ambiente.
 
Aun aceptando que la corrupción y el intento de esconderlo todo en el escándalo del programa Petróleo por Alimentos en Irak es un caso único, los abusos sexuales perpetrados contra refugiados por parte de funcionarios de la ONU son muy difíciles de explicar.
 
La continua posición de Naciones Unidas contra la tecnología y el resultado de las excesivas regulaciones impuestas por sus agencias y programas inflan el costo de la investigación y el desarrollo, a la vez que frenan las innovaciones y la utilización de técnicas y productos mejores.
 
¿Cómo surge toda esa grotesca farsa? En las reuniones de la ONU, participantes inexpertos e interesados en su propio beneficio sacan adelante sus propuestas, paso a paso, a lo largo del proceso de aprobación, pretendiendo, por lo demás, que todo ello tiene sentido. Se trata del triunfo de una burocracia que da la espalda a la realidad.
 
¿Por qué predomina tanta arrogancia, tantos acomodos, tanta incompetencia?
 
1) La ONU es, realmente, un monopolio. La ineficiencia y la falta de rendimiento no son castigados por los "consumidores" de sus productos y servicios. Por el contrario, los fracasos burocráticos suelen ser, más bien, premiados con fondos adicionales, bajo la hipótesis de que el objetivo "no se logró por falta de dinero".
 
2) Los intereses de los burócratas de la ONU no suelen coincidir con el interés público. A los funcionarios de Naciones Unidas se les premia por producir informes, pautas, documentos y por organizar reuniones, sin que importe su calidad ni su crédito.
 
3) Nadie tiene que rendir cuentas, y no existe electorado alguno que pueda despedir al personal de sus cargos. No sorprende, entonces, la arrogancia ni la corrupción; tampoco la flojera y la incompetencia generalizada en los miles de proyectos y programas del organismo.
 
4) Como no hay que rendir cuentas a nadie, tampoco hay necesidad de transparencia en las decisiones tomadas. El año pasado asistí a una importante conferencia en Ginebra de la Organización Mundial de la Salud; a la ONG que representaba le fue denegada la inscripción porque defiende el libre mercado y critica algunas políticas de la ONU. Sólo a aquellos que son "políticamente correctos" se les permite participar.
 
Por último, está la cuestión de la calidad de los funcionarios importantes de la ONU. La nacionalidad y la región de donde provienen son tan determinantes como sus credenciales personales. Y pensemos sobre cómo se hacen los nombramientos: si usted fuese el presidente de su país, ¿enviaría a los más inteligentes y competentes a trabajar en la ONU? Así es como los Malloch Browns del mundo llegan a ocupar sus actuales posiciones.
 
Los ataques de la ONU contra las innovaciones y la creación de riqueza requieren un contraataque. Los países conscientes del desastre deben dejar de aportar sus cuotas hasta que se logre una verdadera reforma.
 
 
© AIPE
 
Henry I. Miller, médico y académico de la Hoover Institution (Universidad de Stanford).ONU
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