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AMÉRICA

Laura Pollán, Dama de Cuba

El dengue acabó con la vida de Laura Pollán, principal líder de las Damas de Blanco. Con su muerte, la Cuba que lleva en su alma escrita la palabra "¡Libertad!" pierde no sólo a una mujer valiente, también a la líder de uno de los grupos femeninos más representativos de la lucha hemisférica en pro de la recuperación de la democracia y la dignidad de los pueblos oprimidos por el castrocomunismo.


	El dengue acabó con la vida de Laura Pollán, principal líder de las Damas de Blanco. Con su muerte, la Cuba que lleva en su alma escrita la palabra "¡Libertad!" pierde no sólo a una mujer valiente, también a la líder de uno de los grupos femeninos más representativos de la lucha hemisférica en pro de la recuperación de la democracia y la dignidad de los pueblos oprimidos por el castrocomunismo.

La lucha de las Damas de Blanco, de Laura Pollán, es la lucha del también difunto Orlando Zapata; y la de Óscar Elías Biscet, Guillermo Fariñas y el propio esposo de Laura, Héctor Maseda, periodista independiente que recibió una condena de 20 años de cárcel en la denominada Primavera Negra, la oleada represiva que se cernió sobre los demócratas cubanos en el año 2003. Junto con otros once presos –todos ellos miembros del célebre Grupo de los 75–, Maseda rechazó el destierro o el exilio forzado a España.

Miles de cubanos han dejado sus vidas, o quedado en un estado físico deplorable, en los inmundos calabozos de las cárceles castristas.
 
El dengue, enfermedad que azota especialmente los países sin una buena salubridad, entre los que se cuenta la Cuba de los Castro; el dengue, decía, ha doblegado a esta mujer que simbolizaba la posibilidad de otra Cuba.

Voceros de la disidencia cubana han resaltado el impacto del fallecimiento de Pollán no sólo en la organización Damas de Blanco, sino en toda la nación –dentro y fuera del suelo patrio–, que fue testigo de su lucha. Su casa era punto de encuentro de las Damas, así como refugio para la expresión de lo que no permite expresar la larguísima dictadura que ha sometido a los cubanos y transformado la Isla en una cárcel.
 
Su protesta siempre fue pacífica. Las Damas visten de blanco, de ahí su nombre; asimismo, suelen llevar gladiolos blancos en las manos. Estas dignísimas mujeres han sido víctimas de incontables abusos y atropellos; han sido arrastradas, golpeadas, insultadas, no sólo por las fuerzas policiales, sino por turbas armadas con palos y piedras. Pues ni siquiera ante tal violencia las Damas de Blanco se han amilanado; al contrario: con la perseverancia de quienes saben que la razón les asiste han seguido luchando día tras día.
 
Auque Laura se haya ido, su espíritu queda. El recuerdo de su liderazgo no debería desvanecerse entre los cubanos que tienen como horizonte la recuperación de la libertad. Esos cubanos deben continuar su obra, lo cual representaría el mejor homenaje que pudieran hacer a tan tenaz luchadora.
 
Mi más sentido pésame al pueblo cubano.

 

© Diario de América

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