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ORIENTE MEDIO

Las consecuencias estratégicas de la liberación de Irak

En un análisis previo a la Guerra de Irak sostuve que, en medio de un conflicto, uno no puede dictar el veredicto final, pero sí detectar las tendencias al éxito o al fracaso. Desde 2003, la coalición liderada por Estados Unidos gana por puntos, al tiempo que Al Qaeda no es capaz de invertir el proceso.

En un análisis previo a la Guerra de Irak sostuve que, en medio de un conflicto, uno no puede dictar el veredicto final, pero sí detectar las tendencias al éxito o al fracaso. Desde 2003, la coalición liderada por Estados Unidos gana por puntos, al tiempo que Al Qaeda no es capaz de invertir el proceso.
El fin del régimen de Sadam, la creación de un consenso político, el despliegue de las nuevas fuerzas iraquíes y los tres comicios populares que se han celebrado hasta la fecha representan una cadena de victorias de la Coalición. Por el momento, los salafistas y los jomeinistas no son capaces de tumbar el consenso respaldado por el ayatolá Sistani.
 
Por tanto, en el propio Irak, y a pesar de la guerra total desatada por los jihadistas y de la omnipresente influencia iraní, el hecho es que la ecuación todavía no se ha invertido. Eso es ya bastante revelador: mientras el Gobierno no sea derrocado, el Ejército dividido y dispersado y las fuerzas salafistas y jomeinistas tomen el control en sus zonas de influencia, el Irak apoyado por la Coalición seguirá vivo y coleando.
 
Juzgaremos el resultado a largo plazo, pero sin perder de vista la evolución del contexto regional. Porque no vamos a negar la posibilidad de un colapso general de los esfuerzos liderados por Estados Unidos en Oriente Medio si los objetivos estratégicos de Washington cambian o no se persiguen adecuadamente. Ahora bien, por el momento, América y las fuerzas de la democracia están ganando, punto por punto.
 
La oleada de cambios geopolíticos ha desbordado las fronteras de Irak. Tres años después de la caída de Sadam, echemos un vistazo a los resultados obtenidos por EEUU en la región:
 
Detalle de la portada de FUTURE JIHAD.1) Irak. El Ejército baazista de 2003, así como su rearme –proyectado durante una década–, ha desaparecido. La difunta dictadura no será capaz de lanzar en el futuro divisiones sobre los campos de batalla que le vengan en gana, ni emplear armamento no convencional contra sus vecinos o más allá. Y lo más importante, tal y como sostengo en mi libro Future Jihad: los ejes del terror que se proyecten en la zona no podrán operar con el superviviente Sadam.
 
El iraní Ahmadineyad y el sirio Assad ya no pueden utilizar Irak como una potencia regional con la que unirse frente a "enemigos comunes". Mejor todavía: con paciencia, un "nuevo Irak" luchará con la alianza y contra el eje baazista-yihadista. Sólo con esto el mapa de la zona ya ha experimentado un cambio indiscutible.
 
2) La expulsión del Ejército sirio del Líbano, incluso parcialmente, habría sido una empresa difícil, dado el continuum de radicales desplegado desde el Mediterráneo hasta Pakistán: Hezbolá y los regímenes de Lahoud, Assad, Sadam y Ahmadineyad. Pero con el Baaz desalojado de Irak e Irán sometido a cerco, Assad perdió su profundidad estratégica en el Este para hacer frente a la Sexta Flota norteamericana. Por tanto, y sin que mediara un solo disparo, tuvo que retirar sus fuerzas del Líbano.
 
Así que la mera presencia de las fuerzas norteamericanas en Irak no liberó un país, sino dos, si bien aún parcialmente.
 
3) La maniobra de Estados Unidos en Irak provocó malestar en el Gobierno francés. Pero la cuestión libanesa hizo que París volviera a la alianza occidental, contra el régimen sirio, Hezbolá e Irán. Francia y sus socios europeos no habrían añadido su peso a la balanza sin la oportunidad generada en Irak.
 
Irónicamente, la marcha de los marines americanos sobre Bagdad abrió la senda que condujo a los diplomáticos franceses (junto a sus colegas norteamericanos) hasta la resolución 1559 de Naciones Unidas.
 
4) Tras décadas de ocupación siria, en el Líbano, ese pequeño país de gran importancia estratégica, está emergiendo lentamente un nuevo equilibrio de poder.
 
Hezbolá ya no es el único poder. Con las fuerzas sirias fuera, la organización terrorista comandada por Irán tiene que prestar atención a su retaguardia, presionada por el millón de manifestantes de la Revolución de los Cedros. Sin el cambio en Irak, dicha revolución no hubiera tenido lugar tan pronto, o en absoluto, sin derramamiento de sangre.
 
El peso de la presencia norteamericana en Irak liberó las energías de otra sociedad civil de la región: la libanesa. Evidentemente, Hezbolá y sus valedores regionales están atacando la Revolución de los Cedros. No abandonar de nuevo el Líbano a la masacre depende de la sociedad civil libanesa y de la comunidad internacional. En contraste con la situación en los 90, hoy hay espacio para que la libertad se extienda en dicho país.
 
El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad.5) El efecto dominó ha alcanzado Irán. Con las fuerzas norteamericanas en Afganistán protegiendo una democracia en ciernes, las fuerzas de la Coalición patrocinando en Irak una democracia en expansión y la ONU respaldando una revolución civil en Beirut, el entorno de Teherán ha experimentado una gran alteración: sus estrategas están intentado encontrar la manera de acomodarse a las situaciones cambiantes que se producen en las fronteras orientales (Afganistán) y occidentales (Siria y Líbano) del país. Los soldados norteamericanos, tomando Faluya de nuevo y entrenando a los iraquíes, están cambiando el paisaje estratégico de la amenaza de los mulás.
 
6) Los cambios cataclísmicos registrados en Irak tuvieron consecuencias incluso en lugares distantes: el régimen de Gadafi entregó sus diseños de armas nucleares, con las  repercusiones que ello implica en la amenaza proveniente de los regímenes criminales; el régimen islamista de Sudán moderó su posición sobre el conflicto que tiene lugar en el sur de su territorio y comenzó a negociar una iniciativa internacional sobre Darfur.
 
Sin la campaña de Irak, ver a Trípoli ofreciendo concesiones, o la apertura de una oportunidad a los intentos internacionales por detener el genocidio en Sudán, habría sido menos probable.
 
7) En el terreno de la guerra de ideas, el cambio en Irak movilizó a las fuerzas disidentes de la región. Tras ver el surgimiento de 120 partidos políticos en Irak, a las mujeres votando en Afganistán y las manifestaciones en Beirut, miles de activistas de la democracia se han desparramado por la Red y por muchos países árabes. He aquí otra consecuencia indirecta de los sacrificios realizados por hombres y mujeres jóvenes de las pequeñas y grandes ciudades de América.
 
Los siete efectos arriba mencionados son sólo una imagen limitada del terremoto que está sacudiendo la región y despertando los oprimidos a la libertad. La capacidad del lector, del espectador, del estudiante estadounidense para comprender el alcance de los cambios geopolíticos de Irak puede asegurar su realización, así como la oportunidad de que Oriente Medio alcance las mayores cotas posibles de libertad.
 
 
Walid Phares, profesor de Estudios de Oriente Medio y miembro de la Fundación para la Defensa de las Democracias, con sede en Washington.

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