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ESTADOS UNIDOS

¿La Rosa Parks mexicana?

¿Es Elvira Arellano, la inmigrante ilegal mexicana deportada en fechas recientes, la nueva Rosa Parks? Eso dicen algunos de sus partidarios. Sin embargo, las credenciales de Arellano son, por decirlo pronto, bien magras. De hecho, hay "activistas por los derechos de los inmigrantes" que encuentran la comparación harto embarazosa.

¿Es Elvira Arellano, la inmigrante ilegal mexicana deportada en fechas recientes, la nueva Rosa Parks? Eso dicen algunos de sus partidarios. Sin embargo, las credenciales de Arellano son, por decirlo pronto, bien magras. De hecho, hay "activistas por los derechos de los inmigrantes" que encuentran la comparación harto embarazosa.
Elvira Arellano.
Rosa Parks nació en 1913 en Tuskegee, Alabama; es decir, en Tuskegee, Alabama, los Estados Unidos de América. O sea, que vino al mundo como ciudadana norteamericana, pero, por ser negra, se le negaron los derechos y protecciones recogidos en la Constitución.
 
Elvira Arellano penetró ilegalmente en el país, no una sino dos veces, y, tras desobedecer una orden de deportación, recibió "asilo" durante más de un año en una iglesia de Chicago.
 
Estando en los Estados Unidos, Arellano tuvo un hijo, que ahora cuenta ocho años y de cuyo padre aquélla no nos dice nada. Elvira fustiga al Gobierno norteamericano por "separar" a su familia. Y es que Saúl, su hijo, sigue en EEUU, mientras ella, nos dice, vive con unos amigos en Tijuana. Lo cierto es que Elvira decidió dejar atrás a Saúl porque la enfermedad que padece el crío (déficit de atención debido a la hiperactividad) requiere de unos cuidados médicos mejores de los que puede encontrar en México.
 
¿Por qué cruzó Arellano ilegalmente la frontera? "Vine a Estados Unidos a trabajar –ha declarado ella misma–. Vine por lo que el Nafta [Tratado de Libre Comercio de América del Norte] y el resto de políticas económicas estadounidenses han hecho a mi país, donde ya no podía encontrar un empleo con un salario digno". Cuando fue deportada a México, Arellano declaró: "Fueron los Estados Unidos los que primero quebrantaron la ley. Dejando que la gente cruzara [la frontera] sin documentos. Dejando que la gente pagara impuestos...".
 
Esta última es nueva. Por lo que hace a la afirmación de que EEUU fue el primero que se saltó la ley, Arellano toca un punto interesante: el fracaso de Estados Unidos a la hora de patrullar eficazmente sus fronteras constituye un acto criminal que, moral y legalmente, justifica la entrada ilegal en su territorio. Las insultantes palabras de Arellano no tienen nombre. En vez de expresar siquiera un ápice de gratitud, sermonea a los norteamericanos con que su hijo tiene los mismos derechos que el presidente Bush. ¿Y quién dice que no?
 
Sobre el Nafta, la mayoría de los economistas está de acuerdo en que rebaja la presión de las crisis de los países miembro y favorece a México. En un reciente editorial del Investor's Business Daily se decía que, a raíz de la entrada en vigor del Nafta, los mexicanos han descubierto que "tienen trabajos legales y legítimos que desempeñar en México". "Con el ingreso medio mexicano situado en 7.000 dólares –el más alto de Latinoamérica–, el trabajador medio puede ganar allí casi tanto como aquí".

El Senado mexicano recibió a Arellano como si se tratara de una heroína, una gran conquistadora, y enseguida demandó al presidente del país que enviase una nota diplomática de protesta a George W. Bush por la célebre deportación. Asimismo, los senadores se comprometieron a dotar de una beca al hijo de Elvira. (¿Para utilizarla en qué lugar?).
 
Si se le compara con casi todas las naciones europeas, EEUU es prácticamente el único país que permite acceder a la ciudadanía a aquellos que han nacido en su territorio pero cuyos padres han cruzado ilegalmente la frontera. Dicho estatus da a sus beneficiarios derecho a participar de todo tipo de programas estatales y federales; por ejemplo, a recibir educación primaria y atención sanitaria a cargo del contribuyente.

Pese a que tenían derecho a hacerlo, las autoridades rehusaron entrar en la iglesia de Chicago que proporcionó "asilo" a Arellano durante más de un año. Inmigración la detuvo sólo después de que abandonara el templo y anunciara públicamente que tenía la intención de ir a Washington a hacer campaña por los "derechos de los inmigrantes".
 
En México, la entrada ilegal en el país está considerada un crimen "punible con hasta dos años de cárcel". En México, los inmigrantes ilegales tienen prohibido tomar parte de manifestación pública alguna.
 
México es un país rico en recursos naturales sumido en la pobreza por largos años de corrupción y pésimas políticas económicas. Pero Arellano nada dice de México. Ella habla de los Estados Unidos de América: los culpables de su "difícil situación".
 
Soy de los que han apoyado al presidente Bush en lo relacionado con la "reforma integral de la inmigración". Soy partidario de legalizar a la mayoría de los ilegales, de poner en marcha un programa de trabajo temporal para aliviar la presión fronteriza y, especialmente, para proporcionar mano de obra a sectores como el agrícola; de abrir una vía para la naturalización a aquellos que cumplan ciertos requisitos; de poner punto final a la cadena migratoria (esa práctica que consiste en permitir reagrupaciones familiares más allá de los cónyuges y los hijos menores de edad). Asimismo, considero que tiene sentido retener los fondos federales destinados a las fuerzas locales del orden si éstas rechazan notificar a Inmigración la situación de los ilegales que se encuentran detenidos. Por lo que hace a la Decimocuarta Enmienda, debería ser reformada para evitar el fenómeno de los "bebés-ancla".
 
Así las cosas, podríamos dedicar los recursos limitados del Gobierno a localizar y expulsar a los inmigrantes peligrosos. A mi juicio, esto tiene sentido en términos políticos y prácticos. Dicho esto, concluiré afirmando que la arrogancia de extranjeros como Elvira Arellano no hace sino minar su propia causa.
 
 
© Laurence A. Elder. Distributed by Creators Syndicate Inc.
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