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ORIENTE MEDIO

La otra partición

Propongo al lector un breve ejercicio: ¿en qué lustro fueron pronunciadas, publicadas o radiadas las frases que siguen? Propongo adivinar el lustro, y no la década o el año, porque es esta cifra temporal la que ganará un sentido preciso cuando revele el origen de las declaraciones.

Propongo al lector un breve ejercicio: ¿en qué lustro fueron pronunciadas, publicadas o radiadas las frases que siguen? Propongo adivinar el lustro, y no la década o el año, porque es esta cifra temporal la que ganará un sentido preciso cuando revele el origen de las declaraciones.
1) "La meta árabe es la eliminación de Israel".
2) "Creo que el mal [Israel] plantado en el corazón del mundo árabe debe ser erradicado".
3) "Nunca pediremos ni aceptaremos la paz. Sólo aceptaremos la guerra. Estamos dispuestos a empapar esta tierra con vuestra sangre, a expulsaros, agresores, arrojaros al mar".
4) "Nuestro ejército no se conformará sino con la desaparición de Israel".
5) "Nuestro objetivo básico será la destrucción de Israel".
6) "La existencia de Israel es un error que debe ser rectificado. Esta es nuestra oportunidad de borrar la ignominia que sufrimos desde 1948. Nuestro objetivo es claro: borrar a Israel del mapa".
7) "Esta es una lucha por la patria: es o nosotros o los israelíes. No hay término medio. Los judíos tendrán que irse de Palestina. Les facilitaremos el regreso a sus países de origen. Los pertenecientes a la antigua población judía de Palestina podrán quedarse, si sobreviven. Pero mi impresión es que ninguno sobrevivirá".
 
He aquí las respuestas:
 
1) Presidente Nasser, de Egipto, al presidente Aref, de Irak, el 25 de mayo de 1965.
2) Presidente Nasser, de Egipto, al rey Husein, de Jordania, el 13 de marzo de 1961.
3) Hafez el Assad, ministro de Defensa sirio, el 24 de mayo de 1966.
4) Jadid, jefe del Gabinete Sirio, el 24 de mayo de 1966.
5) El presidente Nasser de Egipto, el 27 de mayo de 1967.
6) Presidente Aref de Irak, el 31 de mayo de 1967.
7) Ahmed Shukairi, presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), el 1 de junio de 1967.
 
Tal vez la identidad de los responsables de estas declaraciones no sea sorprendente, pero sin duda, para muchos recientes analistas del conflicto, deben de serlo las fechas: todos estos llamados a destruir a Israel y a aniquilar a los judíos del Medio Oriente se produjeron antes del 5 de junio de 1967. Es decir, se produjeron con anterioridad a la administración israelí de Gaza y Cisjordania.
 
En rigor, ni siquiera en los primeros días subsiguientes podemos hablar de una voluntad israelí de administrar Gaza y Cirsjordania, pues en las primeras semanas posteriores a la Guerra de los Seis Días el Gabinete israelí, incluyendo los ministros sin cartera de la oposición, hizo llegar al secretario de Estado norteamericano la propuesta de reintegrar todos los territorios conquistados, excepto la zona del Muro de los Lamentos de Jerusalén, a cambio de reconocimiento y paz por parte de los países árabes. De modo que, seguramente para sorpresa de muchos analistas, nos encontramos aquí con llamamientos a destruir Israel y a aniquilar a los judíos, por parte de los líderes de Egipto, de Siria y de los palestinos, previos, reitero, previos, a la administración israelí de Gaza y Cisjordania.
 
¿Pero cómo puede ser?, preguntémonos desconcertados. ¿No era acaso que el odio de los líderes árabes contra Israel se debía a la conquista israelí de los territorios habitados por los palestinos? Ya vemos que no.
 
¿Pero quién ocupaba por entonces, contra el mandato de la ONU, Gaza y Cisjordania? Egipto y Jordania. ¿Cómo? ¿Estamos diciendo que el presidente Nasser y el rey Husein, los líderes de Egipto y Jordania respectivamente, ocupaban el territorio destinado por la ONU a dar lugar a un Estado palestino, mientras que los líderes sionistas, por la misma fecha, intentaban hacer cumplir el mandato de la ONU de un Estado palestino y un Estado judío en el exacto sitio que la ONU lo había determinado? Exactamente así fue entre el 14 de mayo de 1948 y el 5 de junio de 1967.
 
También la existencia de la Organización para la Liberación de Palestina es previa a la administración israelí de Gaza y Cisjordania, pues fue creada en 1964, y no para luchar contra Egipto o Jordania, que dominaban el territorio, sino para destruir Israel, cuyos líderes habían aceptado la creación de un Estado palestino.
 
Tampoco el terrorismo devino de la guerra del 67: entre 1948 y 1956 los fedayines, ingresando por la Gaza egipcia y la Cisjordania jordana, asesinaron a un millar de civiles judíos en Israel.
 
Y entre 1948 y el 11 de junio del 67 –el fin de la Guerra de los Seis días–, previo a la administración israelí de Gaza y Cisjordania, hubo más llamamientos a destruir Israel por parte de los líderes de los principales países árabes que en todos los años posteriores, entre el 67 y la actualidad.
 
Lentamente, no por comprender el derecho a la existencia de Israel, sino por el efecto de las derrotas sufridas, Egipto y Jordania fueron acomodándose a la idea de permitir a los judíos vivir, y Siria atemperó sus llamados verbales a eliminarlos.
 
Mahmud Ahmadineyad.Sospecho que al lector no se le escapará que esta breve antología de los llamados a destruir Israel está directamente ligada a las recientes declaraciones del nuevo invitado al festival de la muerte, el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad.
 
Ahmadineyad no sólo ha mantenido la tradición de los líderes antes citados de llamar a destruir el Estado judío, también se ha desbocado hasta llegar a negar el Holocausto. Sé que hay ciertos analistas que intuyen tras estos arrebatos una fría estrategia, yo me inclino a pensar que se trata de un odio incontrolable y una paranoia irreprimible. Hasta los cautos europeos se han visto obligados a reconocer que a Ahmadineyad se la ha escapado la tortuga en lo que hace a ocultar el antisemitismo liso y llano tras el manto del reclamo por “los derechos palestinos”.
 
¡Pero miren que venir uno a enterarse que lo que en realidad le pasaba no era que quería a los palestinos, sino que odiaba a los judíos! Y venir a decirlo así, delante de todo el mundo. ¡Qué falta de tacto! Y pone en un brete a todos: a Saramago, a Chomsky, que estaban tan tranquilos, el uno negando el Holocausto por medio de compararlo con Ramala, el otro negando los pogroms, escondiendo su odio y su autoodio detrás del supuesto apoyo a la causa palestina.
 
Aquellos que realmente apoyamos la causa palestina, en el sentido de desear el surgimiento de un Estado palestino que exista en paz junto al Estado judío (Israel), debemos llamar, al menos desde nuestros teclados, a cada uno de los intelectuales palestinos a favor de la paz, a cada uno de los intelectuales árabes a favor de la paz y a cada uno de los intelectuales de buena voluntad del mundo a favor de la paz, en ese orden, a repudiar íntegramente al presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, tanto por sus declaraciones como en su aptitud para ejercer la presidencia de un país miembro de la ONU.
 
Es fundamental hacer ahora una partición tan importante como la división de la tierra en dos estados: la división entre aquellos que apoyan el surgimiento de un Estado palestino junto a Israel y aquellos que utilizan este objetivo simplemente como una excusa para destruir el existente Estado judío.
 
 
Marcelo Birmajer, escritor argentino, es uno de los autores de En defensa de Israel.
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