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PARAGUAY

La influencia destructiva de la Teología de la Liberación

Los carperos son un grupo de personas, supuestamente sin tierras, que, en un reunión reciente con el presidente, Fernando Lugo, volvieron a insistir en la necesidad de contar con una ley que limite la posesión de propiedades.


	Los carperos son un grupo de personas, supuestamente sin tierras, que, en un reunión reciente con el presidente, Fernando Lugo, volvieron a insistir en la necesidad de contar con una ley que limite la posesión de propiedades.

El planteamiento de este sector afectaría no sólo a los extranjeros, también a los paraguayos, y tendría por objeto que no haya quien posea más de 5.000 hectáreas. El proyecto propone tres métodos concretos para conseguir tal propósito: la nacionalización, la confiscación y la expropiación.

Los dirigentes carperos estuvieron acompañados en dicha entrevista por el gobernador de San Pedro, José Paková Ledesma, el dirigente José Rodríguez y el titular del Indert (Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra), Marciano Barreto, así como por sindicalistas de Acepar (Aceros del Paraguay) y de Petropar (Petróleos Paraguayos) y por representantes de indígenas.

Todos ellos tienen dos propósitos comunes. El primero es convertir a los carperos en una fuerza de choque para luego sacar rédito de ello en las compulsas electorales. Ganándose la simpatía de cierto sector de la población, los carperos irán desarrollando una estrategia de amedrentamiento contra los propietarios en el campo, a fin de extorsionarlos continuamente con invasiones y robos para luego hacerlos vender sus propiedades al menor precio posible.

El segundo propósito ya no es operativo, como sí lo es el anterior. Es una cuestión de fondo, que afecta directamente a los derechos de propiedad. Desde que Marx y Engels escribieron en 1848 que los comunistas deben resumir su teoría en una sola frase: "Abolir la propiedad privada", esta propuesta ha encantado a algunos miembros de la Iglesia Católica, sobre todo a los partidarios de la Teología de la Liberación.

Desde entonces, y como varios de nuestros dirigentes creen que Jesús fue el primer comunista, la lucha social sólo sería viable mediante la conjunción del cristianismo y el marxismo.

Esto es un error. Una equivocación que no debe tomarse a la ligera.

En aquella audiencia de la que fue anfitrión el mismo presidente de la República no se escuchó ningún reclamo en contrario. Nadie se animó a criticar a los carperos su desatinada idea. De hecho, a todos les encanta ese "verdadero programa social". No les interesa reconocer que la propiedad privada ha sido, desde hace miles de años, el derecho esencial para dignificar al hombre. El mismo presidente Lugo, por su preparación sacerdotal, sabe que el papa León Xlll hace más de cien años dijo que, bajo la pretensión de igualdad, no se puede violar la fortuna ajena. Y tanto Juan Pablo ll como Benedicto XVl han afirmado que en la Biblia existe una ética política por la cual "la destrucción de la propiedad nunca podrá justificarse por la fe".

¿Cómo pretenden los carperos y sus allegados en el Gobierno construir destruyendo? La propiedad privada está en la base misma de los derechos humanos. Con premeditación y alevosía delincuencial, los carperos y sus promotores desde el Gobierno transgreden no sólo la moral judeocristiana inserta en los Diez Mandamientos, también lo que dice nuestro sistema jurídico: no robarás.

Pero a ellos les tienen sin cuidado la moral judeocristiana y las leyes nacionales. En el fondo están resentidos por su condición social, que consideran un estigma que no se puede cambiar, a menos que se recurra al robo, la violencia o la confiscación, como de hecho hacen. Siguiendo con su lógica expositiva, se nace proletario o se nace burgués. El rico y el pobre son enemigos mortales. Y como están convencidos de que no pueden modificar sus vidas mediante el trabajo, la cooperación y la paz, prefieren una sociedad confrontacionista y enardecida en la que nadie debería disfrutar de su esfuerzo y talento.

De este modo, los carperos reunidos con el presidente Lugo y sus allegados nos acaban de ofrecer una genuina propuesta feudal con influjo de la Teología de la Liberación. Volver quinientos años atrás, cuando, con la llegada de los españoles y portugueses, la monarquía era dueña de todas las tierras. Los derechos de propiedad no existían y la libertad individual era desconocida. Eran los reyes los que generaban los privilegios, y la propiedad permanecía en manos de la corona.

Luego de cientos de años de colonia, y desconociendo nuestra misma independencia patria, los carperos, con la connivencia del presidente de la República, un gobernador y el titular del Indert, pretenden seguir con la misma política monárquica de antaño. Tienen una propuesta feudal, esta vez bajo la destructiva influencia de la Teología de la Liberación.

 

© El Cato

VÍCTOR PAVÓN, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Tecnológica Intercontinental (Paraguay).

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