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VENEZUELA

La guerra santa de Chávez

Pocas veces tenemos la oportunidad de observar la construcción de una dictadura. Pues bien, eso es lo que está sucediendo en Venezuela, luego de la reelección en diciembre de Hugo Chávez, quien no trata de ocultar su intención de acabar con todo límite a su poder absoluto.

Pocas veces tenemos la oportunidad de observar la construcción de una dictadura. Pues bien, eso es lo que está sucediendo en Venezuela, luego de la reelección en diciembre de Hugo Chávez, quien no trata de ocultar su intención de acabar con todo límite a su poder absoluto.
El plan de Chávez incluye eliminar toda restricción constitucional a su presidencia vitalicia y terminar con lo poco que queda de la independencia del Banco Central. El Congreso, bajo el control absoluto de sus aliados, está en proceso de concederle poderes ilimitados para la creación de la nueva Venezuela socialista. Esto nos recuerda la legislación habilitante del Reichstag alemán en 1933, que estableció los fundamentos legales de la dictadura nacionalsocialista de Hitler.
 
Pero nadie empeñado en construir un Estado socialista se ha contentado sólo con controlar el aparato estatal; siempre aplastan otras esferas de la sociedad. Chávez ha estado durante años recortando el ámbito y la independencia del sector privado venezolano; últimamente, con su plan para nacionalizar las empresas de electricidad y telefonía, así como con el cierre de Radio Caracas Televisión y otros medios que critican su gestión. Esto último produjo una cortés pero clara objeción por parte de la Iglesia Católica venezolana, a lo que Chávez replicó de esta manera:
Recomiendo a los obispos que lean a Marx, a Lenin; que vayan a buscar la Biblia, para que vean el socialismo en sus líneas, en el Viejo y el Nuevo Testamento, en el Sermón de la Montaña. ¿Que yo le vaya a explicar a los obispos qué es el socialismo? No tengo nada que explicarles, señores obispos. Bastante han estudiado ustedes, se supone. Y si no lo han hecho, háganlo.
Hay tres cosas que los dictadores, para lograr el control total, buscan destruir. La primera de ellas es la propiedad privada: así se dispara la dependencia económica del Estado y, al mismo tiempo, se destruyen los recursos privados que pueden financiar a la oposición. Por eso vemos a Chávez nacionalizando industrias, confiscando tierras y poniéndole la mano encima a empresas privadas, especialmente en el sector petrolero.
 
El cardenal Urosa.El segundo blanco es la familia. Estos regímenes buscan debilitarla enfrentando a los hijos con los padres y buscando que la gente vea al Estado como una alternativa a los padres. El cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas, teme que la politización e ideologización de la educación debilite el control de los padres sobre la educación de sus hijos, especialmente en materia religiosa.
 
El tercer objetivo de toda dictadura es la supresión de la libertad de creencias religiosas, ya que la autonomía de la Iglesia crea una esfera de actividades independientes del Estado. Por eso vimos los ataques a la religión por parte de los nazis en Alemania y de los comunistas en la Unión Soviética.
 
Chávez sabe que la Iglesia es una de las pocas instituciones autónomas que quedan en Venezuela, por eso insulta a los obispos y mandó al infierno al cardenal Rosalio Castillo Lara. Esto último le valió una amonestación del papa Benedicto XVI, durante la visita que realizó el año pasado al Vaticano.
 
Otro elemento de la estrategia chavista de neutralizar a la Iglesia Católica es su uso constante de un lenguaje religioso. Monseñor José Baltazar Porras, obispo de Mérida, mantiene que Chávez recurre al mesianismo y crea conflictos con otros países para que los venezolanos olviden su "realidad lacerante", "el aumento de la pobreza, la inseguridad y el desempleo". Constantemente liga Chávez el cristianismo con el socialismo, para que la gente crea que aquél está encarnado en esta ideología; es "parte de su propaganda para tener al pueblo de su lado". Así, mantiene que Jesucristo es "el socialista más grande de la historia".
 
Aparentemente, Chávez ignora la montaña de documentos de la Iglesia y de los Papas en que se condena tanto la teoría como la práctica socialistas, pero sí es consciente del respeto que los latinoamericanos sienten por la Iglesia Católica. Según el Latinobarómetro, el 18% de los latinoamericanos confía en los políticos, el 28% en sus legislaturas, el 38% en el sector privado, el 42% en los militares, el 43% en su presidente y el 71% en la Iglesia Católica (el 74% en Venezuela). Esto explica el empeño de Chávez por arroparse con un falso simbolismo cristiano.
 
 
© AIPE
 
SAMUEL GREGG, director de investigaciones del Acton Institute.
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