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AMÉRICA

La cubanización de Venezuela

Es importante comprender exactamente qué significa la llamada cubanización de Venezuela. Es un proceso por el que los mismos cubanos pasaron. Se trata del establecimiento del Estado totalitario. El papel que están desempeñando los cubanos en Venezuela es el mismo que los soviéticos desempeñaron en Cuba.

Es importante comprender exactamente qué significa la llamada cubanización de Venezuela. Es un proceso por el que los mismos cubanos pasaron. Se trata del establecimiento del Estado totalitario. El papel que están desempeñando los cubanos en Venezuela es el mismo que los soviéticos desempeñaron en Cuba.
Hugo Chávez y Fidel Castro.
Tras el triunfo de la revolución, en 1959, Castro tenía el control absoluto de Cuba, puesto que el ejército nacional había sido prácticamente disuelto. Y el ejército, por supuesto, es la columna vertebral de la república. Todos los sofisticados mecanismos de la democracia dependen del aparato que los protege, y ese aparato es el ejército.

Ahora bien, el Estado es un vasto organismo de gran complejidad y, en los países democráticos, diseñado para defender las libertades individuales, esencia misma del sistema. Fue por eso que, a partir de fines de los años 60, Castro recurrió a un verdadero ejército civil de funcionarios soviéticos para que lo ayudaran a construir un nuevo tipo de estado: un Estado totalitario, en que todas las libertades individuales estuvieran subordinadas al Estado y al Gobierno. Y eso es, fundamentalmente, lo que están haciendo los cubanos en Venezuela.

Actualmente, funcionarios cubanos ocupan altos cargos en las Fuerzas Armadas y los ministerios de Defensa, Interior y Justicia. Hay cubanos en los servicios de inteligencia y en la policía nacional venezolana, de reciente creación. Pero, además, funcionarios cubanos ocupan puestos claves en los registros nacionales del país, en el Seniat (impuestos), Onidex (identidad nacional, pasaporte y control de la migración), Pdvsa, Cantv y Corpoelec.

Chávez pretende incluso copiar el modelo cubano de total reorganización administrativa, eliminar los gobiernos municipales y regionales (electos) y sustituirlos por nuevas entidades bolivarianas, que estarían controladas por una comisión central presidida por Chávez. Con el mismo objetivo está pensando suprimir los actuales límites territoriales entre los estados y crear nuevos estados con nuevos nombres, lo mismo que hizo Castro con las provincias cubanas.

La misión fundamental de los cubanos es conseguir el control absoluto de las Fuerzas Armadas. A los ojos de Fidel Castro, el principal problema de Chávez es que no puede confiar en sus Fuerzas Armadas, ya que, en lo fundamental, siguen siendo las mismas de la república democrática venezolana. Apoyado en sus enormes recursos financieros, Chávez ha comprado los mandos, los ha sobornado y los ha llenado de prebendas, pero nunca puede considerarlos totalmente suyos, porque todos existían antes de él y podrían seguir existiendo después de él. Por otra parte, son unas Fuerzas Armadas permeadas, de arriba abajo, por el espíritu democrático y liberal de la república. En última instancia, eso es inadmisible.

A lo que Castro y Chávez aspiran es a un sistema donde el dictador pueda tomar al militar más prestigioso del país, como era el general Arnaldo Ochoa, Héroe de la República de Cuba, y fusilarlo sin que nadie se atreva a objetar nada. Sería suicida para los militares venezolanos olvidar que ese es el modelo de Chávez.

Chávez cree tener comprado al Gobierno cubano porque desde el año 2000 ha estado dando a La Habana unos 5.000 millones de dólares anuales en petróleo, además de dinero en efectivo: en conjunto, alrededor de 50.000 millones en recursos del pueblo venezolano. En esto se equivoca profundamente. Los Castro no se consideran deudores de Chávez; todo lo contrario: piensan que es Chávez el que tiene que agradecerles el poder mantenerse en el poder. No sólo eso: es perfectamente posible que los cubanos lleguen a controlar por completo Venezuela y, por extraño y paradójico que parezca, convertir a Venezuela es una especie de semi-colonia cubana, donde todas las decisiones realmente importantes procedan de La Habana. El que considere irrisoria esta afirmación no comprende a Castro ni la magnitud de su ambición. No es por gusto que Ramiro Valdés, el tercer hombre de la revolución cubana, se ha establecido en Venezuela.

Por otro lado, Chávez ha convertido Venezuela en un importante aliado de la teocracia iraní. Es increíble. El pueblo venezolano es cristiano y católico. ¿Qué posible afinidad puede tener con una dictadura extremista islámica donde las mujeres son ciudadanas de tercera categoría? Un país violentamente antisemita, que dice querer barrer a Israel de la faz de la Tierra y que se ha embarcado en un programa de fabricación de armas nucleares rechazado de plano no sólo por Estados Unidos, sino por Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, toda la Unión Europea y la gran mayoría de las naciones del mundo.

El pueblo cubano no pudo luchar contra la invasión soviética porque ya se había instalado la dictadura y no tenía forma de hacerlo. Los venezolanos tienen muchas más posibilidades. Pueden arrancar a Chávez el control del Congreso, que, en un colosal error político, le entregaron en bandeja de plata. Es una posibilidad totalmente real, pero es preciso una gran concentración de recursos y esfuerzos.

Los venezolanos pueden hacerlo. La alternativa es aceptar la dictadura y perder el país para siempre.


© AIPE

ADOLFO RIVERO CARO, editor de En Defensa del Neoliberalismo.
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