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VENEZUELA

Hugo Chávez, la izquierda impresentable

Si Hugo Chávez es un clon de Fidel Castro, que a su vez sigue siendo el gran santón de la izquierda latinoamericana, es ridículo que los políticamente correctos de la izquierda quieran desmarcarse del venezolano diciendo que no es de izquierda, sino simplemente totalitario.

Si Hugo Chávez es un clon de Fidel Castro, que a su vez sigue siendo el gran santón de la izquierda latinoamericana, es ridículo que los políticamente correctos de la izquierda quieran desmarcarse del venezolano diciendo que no es de izquierda, sino simplemente totalitario.
Chávez, con una camiseta con la efigie del Che.
En su edición del pasado día 4 la revista brasileña Veja presenta un interesante reportaje sobre Hugo Chávez, el mandamás venezolano (no se sabe si debe llamársele presidente o simplemente dictador, por lo cual lo dejamos en "mandamás"), titulado 'Un clon del totalitarismo'.
 
El primer párrafo es elocuente, y refleja la creciente preocupación de varios países de América Latina sobre el comportamiento de Chávez: "El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, con más de seis años en el poder, amenaza la estabilidad de América Latina, al financiar y apoyar a grupos radicales de países vecinos, al formar una milicia civil o al usar el petróleo para chantajear a los países de América Central, al comprar armas o al formar una alianza con la dictadura cubana de Fidel Castro, de quien se está volviendo un clon malhecho y extemporáneo".
 
El autor del informe, Diogo Schelp, repasa diversos episodios que reflejan a las claras que el totalitarismo impuesto por Chávez agobia no sólo a quienes viven en Venezuela, sino a sus vecinos del continente. En especial, al autor le seduce la imagen de que Chávez es un clon de Fidel Castro, malhecho y anacrónico. Correcto.
 
Néstor Kirchner y Hugo Chávez.Lo que desconcierta en el análisis de Schelp es su afán por "desmarcar" o deslindar a Chávez del resto de las izquierdas latinoamericanas. Sin rubor, dice que Chávez no es de izquierda (sí lo serían Lula en Brasil, Kirchner en Argentina, Vázquez en Uruguay y Lagos en Chile), sino que es simplemente un totalitario imitador de Fidel Castro. Sorprendentemente, en el análisis sí se concede la etiqueta de izquierdista a Castro, a quien se moteja justamente de dictador.
 
Esta curiosa contradicción sólo se explica por un peculiar complejo de cierto periodismo (políticamente correcto a los ojos de la izquierda) que, ante casos tan abominables como el de Chávez (que ni siquiera tiene el aura histórico-romántica de Castro), retrocede asustado y en lugar de decir llanamente que Chávez es un izquierdista impresentable, pero perfectamente coherente con el socialismo, reniega del monstruito regateándole el nombre de "izquierdista".
 
De hecho, Chávez se siente tan fuerte en su posición de izquierda que hace unos días propuso sin ambages –cosa que nunca habría hecho cuando apenas estaba consolidándose en el poder– que no hay otro camino que el socialismo.
 
Más coherente sería no avergonzarse de la coherencia socialista de Chávez –que no se anda con cuentos de terceras vías, socialismos de rostro humano o proyectos alternativos indefendibles– y reconocer que, de aplicarse con coherencia, el socialismo produce estos ejemplares impresentables.
 
Como decían los viejos halcones del garrote yanqui para hablar de monstruitos como Somoza, Batista y Trujillo: "Son bastardos, pero son nuestros bastardos".
 
Cada cual sus bastardos.
 
 
© AIPE
 
Ricardo Medina Macías, analista político mexicano.
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