Respecto a Mao, Morales aprovechó su estadía en China para manifestar su acuerdo con el fallecido dictador, cuyos delirios en el área económica ocasionaron decenas de millones de muertos y cuya política represiva condujo al suicidio, la cárcel o el exilio a otros tantos millones.
El hecho de que los actuales continuadores de Mao sean los funcionarios a cargo de un país cuyo desatado sistema capitalista es decididamente más corrupto e injusto que el de los países democráticos desarrollados no parece haber hecho el menor impacto en la adhesión de Morales a la dictadura asiática.
Los tentáculos del maoísmo en América Latina, por otra parte, no han dejado más que tragedias: desde la más reciente locura sanguinaria de los criminales de Sendero Luminoso, pasando por cada de una las vertientes delirantes, en su mayoría armadas, de los años 70. Pero la referencia a Guevara, por su cercanía, es más desconcertante.
Ernesto Guevara, junto a un grupo de guerrilleros cubanos, y sin ningún tipo de consenso por parte ya no digamos del pueblo boliviano, ni siquiera de sus dirigentes de izquierda, invadió Bolivia en el año 1967. En su propio diario, Ernesto Guevara deja clara constancia del rechazo de los dirigentes de la izquierda boliviana contra su aventura de conquistador. Pongamos las cosas en claro: el objetivo de Ernesto Guevara era arrebatar la escasa soberanía con la que podían contar los bolivianos para ponerla a los pies del dictador Castro, quien, a su vez, dijera lo que dijera Guevara, la rendiría a los pies de la Unión Soviética. ¿O algún desavisado cree que la invasión guevarista y cubana de Bolivia, en caso de que lograran deponer al dictador Barrientos, conduciría a un sistema democrático y parlamentario como el que acaba de situar en el poder a Evo Morales?
Se trató, con toda claridad, de una invasión. Y la excusa de que en el poder se hallaba un dictador carece de toda seriedad. Para tratarse de una revuelta democrática debe contar con el apoyo popular, y como todos sabemos Guevara no sólo careció del más mínimo apoyo popular, sino que padeció el más explícito rechazo. Con toda lógica, los campesinos bolivianos, siempre que podían, denunciaban a las autoridades al invasor argentino-cubano, acompañado del francés Regis Debray, quien a su vez, cuando cayó preso por ineficaz, denunció a sus propios camaradas.
¿Esta es la Bolivia que pretende ofrecerle a su pueblo Evo Morales: la de la invasión por parte de fuerzas foráneas que pretenden dictaduras imperecederas como las de Castro, o el retorno a los modelos fracasados de la URSS o la China maoísta? ¿Por qué no se ajusta a la victoria democrática que su propio pueblo, el mismo pueblo que rechazó mayoritariamente la invasión de Guevara, le ha otorgado?
Ojalá la dinámica del sistema democrático lo lleve por caminos distintos a los que declama y le permita, por medio de la reflexión, encontrarse con una salida verdaderamente popular, democrática y efectiva.