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ECUADOR

Encadenados

Recientemente vimos cómo la imagen de Teleamazonas se iba a negro alrededor de las cinco de la tarde, y nos enteramos de que en el oriente había una radio (Arutam) con orden de clausura. Mientras tanto, el gobierno continúa actuando con total impunidad a través de su imperio mediático. ¿Cómo llegamos a esto?

Recientemente vimos cómo la imagen de Teleamazonas se iba a negro alrededor de las cinco de la tarde, y nos enteramos de que en el oriente había una radio (Arutam) con orden de clausura. Mientras tanto, el gobierno continúa actuando con total impunidad a través de su imperio mediático. ¿Cómo llegamos a esto?
La respuesta se puede resumir en que no vivimos en un gobierno de leyes, sino en el de un hombre y sus amigos. No existe Estado de Derecho en Ecuador. Por eso quedó claro el otro día que lo que los asambleístas están haciendo para pasar una nueva ley de comunicación es totalmente inútil. Nada va a cambiar mientras en este país el ejecutivo siga teniendo suficiente poder concentrado para hacer lo que le plazca. Seguir la pantomima de llegar a consensos (oposición) y actuar independientemente (asambleístas oficialistas) solo provocará demostraciones más drásticas de poder por parte del ejecutivo. O lo que es peor, evidenciará cada vez más la irrelevancia de la Asamblea Nacional.  

Pero veamos qué pasa con la prensa pública. Hoy, el gobierno es el propietario de medios de comunicación más importante. De los nueve canales más importantes, cinco son del gobierno. Y el presidente es la personalidad con más espacio en los medios: ni los Pérez (diario El Universo), ni Guadalupe Mantilla (El Comercio), ni Fidel Egas (Teleamazonas) ni los Eljuri (ETV Telerama) han tenido 152 programas de radio, que duraron en promedio dos horas y media. Tampoco un dueño de medios privados tiene el poder de interrumpir indefinidamente la programación de todos los demás medios para atacar a los que considera sus enemigos. El gobierno sí.

Las cadenas nacionales y los medios públicos pecan de manera impune de todo aquello que se reprocha a los medios de comunicación privados: no verifican la información (¿se acuerdan de lo de "una de las peores sequías registradas en 40 años", que luego nos enteramos de que no era para tanto?); por tanto, tampoco la contrastan (¿alguna vez ha invitado el gobierno a los conductores de televisión Carlos Vera o Jorge Ortiz, que ha atacado en sus cadenas?); obedecen a intereses particulares (¿de verdad todos los ecuatorianos queremos que Teleamazonas sea sacado del aire como para que se use el dinero de todos en una cadena nacional en apoyo de esa medida?); no son independientes de sus dueños (¿acaso usted ha leído o escuchado alguna crítica al presidente en medios públicos como Ecuador TV o El Ciudadano o El Telégrafo?).

La diferencia es que mientras, que en los medios privados las visiones particulares se financian con el dinero de particulares, en los públicos las visiones de un grupo se financian con el dinero de todos. Esa es una de las injusticias que proliferan en Ecuador, y que nos llevará a ser un país de ciudadanos encadenados. Obligados a escuchar al presidente y sus amigos. En Venezuela, Hugo Chávez se ha impuesto en las cadenas de radio y televisión: 2.447 horas en 10 años. Eso significa ver y oír al presidente 53 días seguidos y sin interrupción. Afortunadamente, no hay pueblo ni persona que soporte esa imposición.


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