Menú
ESTADOS UNIDOS

¿En qué estado se encuentra nuestro sistema de alianzas?

Cuando no se dedican a zumbar la badana a Hillary, los aspirantes demócratas a la Presidencia, incluida la propia Hilllary, dan en proferir al unísono los topicazos que se estilan en tal partido, como ése de que George W. Bush ha reducido a escombros nuestra política de alianzas. 

Cuando no se dedican a zumbar la badana a Hillary, los aspirantes demócratas a la Presidencia, incluida la propia Hilllary, dan en proferir al unísono los topicazos que se estilan en tal partido, como ése de que George W. Bush ha reducido a escombros nuestra política de alianzas. 
Así, según la Clinton, nos hemos "distanciado" de nuestros amigos, por lo que debemos "reconstruir" nuestras alianzas y "restaurar" nuestra posición en el mundo. Eso, por lo que respecta a Hillary; los demás, que no se andan con paños calientes, aseguran que la explosiva política exterior de Bush nos ha llevado al vilipendio y la condenación mundiales.
 
De la misma forma que Nancy Pelosi y Harry Reid insisten en que no ha habido cambios importantes en Irak, los demócratas en su conjunto están inmersos en algo que Bob Woodward llamaría "estado de denegación". ¿No lo han notado?
 
Francia cuenta con un nuevo presidente que no sólo está rompiendo con el antiamericanismo de la era Chirac, sino con la ortodoxia de la Quinta República, que ha identificado durante medio siglo la grandeza francesa con una praxis contrapuesta a Estados Unidos.
 
Nicolas Sarkozy.El reciente viaje de Nicolas Sarkozy a EEUU estuvo marcado por su muy exitosa visita a la Casa Blanca y su alocución entusiasta ante el Congreso. Allí, en la sede del Legislativo norteamericano, Sarkozy no sólo dijo que EEUU es "la nación más grande del mundo" (¿cuántos líderes dicen eso de un país que no es el suyo?), sino que prometió que París sería solidaria con Washington en Afganistán, Irán, el Líbano y el Medio Oriente en general, así como en lo relacionado con la no proliferación nuclear.
 
Asimismo, conviene recordar que el mandatario galo mandó hace unos pocos meses a su ministro de Exteriores a Irak, con lo que puso de manifiesto su disposición a la cooperación y a poner fin al obstruccionismo reflexivo de Chirac.
 
Eso, por lo que hace a Francia. En cuanto a Alemania, ya hace mucho que los electores desalojaron a Gerhard Schroeder de la Cancillería: ahora se da la gran vida ejerciendo como concubina de Putin en Gazprom. Su sucesora, la decididamente proamericana Angela Merkel, acaba de rendir una visita excepcionalmente cálida a Bush.
 
El nuevo primer ministro británico, Gordon Brown, está tomando buena nota de todo esto. Así, en una reciente entrevista a la cadena Sky News declaró que se estaba produciendo un cambio de gran magnitud: "Francia, Alemania y la Unión Europea se están aproximando a América".
 
Por lo que se refiere al resto de nuestros aliados tradicionales, hay que decir que las relaciones con Australia son muy estrechas, que Canadá ha asumido con gran entereza un número desproporcionado de bajas en Afganistán y que las naciones de Europa Oriental están asumiendo riesgos considerables con tal de afianzar su vínculo con EEUU: no olvidemos, por ejemplo, que están cooperando con nosotros en lo relacionado con los misiles defensivos a pesar de la enorme presión a que les somete Rusia. Por lo demás, nuestros lazos con Japón jamás han sido tan fuertes: Tokio está asumiendo cada vez un mayor número de obligaciones militares y cuasimilitares, lo que representa un giro completo respecto de la posición que ha mantenido durante el último medio siglo.
 
O sea, que menos mal que nuestra política de alianzas está hecha una ruina...
 
Los críticos dirán que todo esto obedece simplemente a la emergencia de Rusia y China, que hace que nuestros viejos aliados vuelvan a nuestra vera porque les es imprescindible. ¿Y qué? Yo hasta añadiría que la perspectiva de un Irán nuclearizado ha movido a los Estados árabes –Egipto, Jordania, el Líbano, Arabia Saudí, los países del Golfo, incluso Libia– a reunirse en torno nuestro.
 
George W. Bush.Todo eso es cierto, y da cuenta de algo que los críticos de Bush han obviado durante años: que la fortaleza de nuestras alianzas depende del equilibrio objetivo de las fuerzas internacionales y tiene muy poco que ver con la sintaxis del presidente o el desprecio de que éste pueda ser objeto por parte de la élite cultural de tal o cual país.
 
Es la teoría clásica del equilibrio de poderes: ante una amenaza regional, las naciones más débiles recurren a una gran potencia extranjera para que les ayude a equilibrar la balanza. Las alianzas no las dictan los sentimientos, sino la necesidad, y dependen en buena medida de la capacidad que tengan las grandes potencias para cumplir sus compromisos.
 
¿Qué ha pasado en el último año? Las formas y la dicción de Bush siguen siendo las mismas. Lo que ha cambiado ha sido el mando de las tropas destacadas en Irak, y la estrategia seguida contra la insurgencia. Y ese país ha pasado de ser una causa aparentemente perdida a una factible de alcanzar.
 
El incremento de las amenazas externas ha llevado a nuestros aliados a concentrarse en la conexión con Washington. Nuestra resurrección en Irak –y la consiguiente difuminación del espectro de la derrota– ha hecho subir muchos enteros el valor de dicha conexión, sobre todo a los ojos de nuestros aliados moderados en el mundo árabe, que nos ven como su baluarte fundamental ante las embestidas del eje Irán-Siria-Hamás-Hezbolá, que nos amenaza abiertamente a todos.
 
Siempre es incómodo para una pequeña potencia depender de un hegemón. Pero no hay nada peor que ver al hegemón huyendo a la carrera. Las alianzas siempre están cambiando, pero hay una cosa que podemos decir con absoluta certeza: lo que más influirá sobre el vigor de nuestras alianzas no será una iniciativa a lo Karen Hughes para el mundo islámico, ni un ostentoso respaldo al Protocolo de Kioto, ni siquiera el apoyo más repugnante al internacionalismo desde la tribuna de la ONU, sino el éxito o el fracaso de nuestra misión en Irak.
 
 
© The Washington Post Writers Group
0
comentarios