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HISPANOAMÉRICA

El legado español

¿Cómo nos definimos los latinoamericanos? ¿En qué consiste nuestra identidad? Asombra que andemos formulando preguntas que a otros parecerían absurdas. No obstante, en la actual Venezuela el régimen revolucionario reinterpreta la historia, y uno de sus propósitos es desprestigiar el legado español, según nuevas versiones de la leyenda negra sobre la conquista y colonización de América y del decreto bolivariano de guerra a muerte.

¿Cómo nos definimos los latinoamericanos? ¿En qué consiste nuestra identidad? Asombra que andemos formulando preguntas que a otros parecerían absurdas. No obstante, en la actual Venezuela el régimen revolucionario reinterpreta la historia, y uno de sus propósitos es desprestigiar el legado español, según nuevas versiones de la leyenda negra sobre la conquista y colonización de América y del decreto bolivariano de guerra a muerte.
El chavismo procura inventar una identidad ilusoria, acorde con cierta perspectiva ideológica que califica a unos pueblos de oprimidos y a otros de opresores por razones genéticas, en una especie de racismo al revés.
 
Los americanos de hoy somos producto de un largo y extendido mestizaje, y es precisamente esa mezcla étnica lo que nos caracteriza como pueblos. El proceso de conquista y colonización del continente, como toda empresa histórica de ese tipo y ese tiempo, fue una empresa compleja y no susceptible de interpretaciones simplistas o condenas inequívocas. Distorsionaríamos las cosas si omitiésemos la violencia generada en ese proceso, y pecaríamos de parciales si dejásemos de lado lo que Lewis Hanke llamó "la lucha española por la justicia en la conquista de América" en el libro del mismo título, donde reivindica los esfuerzos de ilustres españoles como Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria en la lucha contra las injusticias en el Nuevo Mundo.
 
Exaltar la herencia indígena y africana de nuestro pasado es legítimo, pero es inadmisible hacerlo a expensas del legado español. Semejante tarea es dañina e insensata. Una cosa es repudiar las injusticias cometidas y otra muy distinta vilipendiar a España y a su legado, que es consustancial a nuestro ser y un factor clave de nuestra identidad.
 
Resulta también disparatado culpar a los actuales habitantes de América Latina, en particular a los que poseemos en menor proporción rasgos indios y afroamericanos, de lo ocurrido hace quinientos años. Y es una barbaridad perder de vista, entre otros aspectos, la relevancia de uno de los principales aportes que España dejó en herencia a América: la lengua castellana, un elemento básico de unidad para la región y el único idioma capaz de competir con el inglés en el marco de la globalización.
 
El camino de las disculpas históricas está adquiriendo rasgos delirantes. ¿Es acaso razonable que los franceses de hoy pidan a los italianos que se disculpen porque César invadió las Galias? ¿No es acaso injusto culpar a los alemanes de hoy por el Holocausto contra el pueblo judío? La culpa moral del presente no puede ser heredada, pues cada individuo es responsable moralmente por lo que hace y no por lo que otros hicieron antes que él. No podemos cambiar el pasado, y si bien es cierto que debemos juzgarlo, el juicio debe ser equilibrado.
 
La resurrección de la leyenda negra contra España, en medio del drama que estremece a Venezuela, revela que el abismo entre el avance de Estados Unidos y el estancamiento de América Latina se enraíza en nuestros respectivos procesos de independencia: en el Norte, la ruptura con Inglaterra no fue radical, y los colonos asumieron lo mejor de las tradiciones políticas y culturales británicas; aquí, por el contrario, la guerra a muerte y el odio a España cercenaron el pasado. Nos quedamos huérfanos y seguimos como ciegos, buscando nuestra identidad en los sombríos rincones de la utopía.
 
 
© AIPE
 
ANÍBAL ROMERO, profesor de Teoría Política en la Universidad Metropolitana de Caracas.
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