Menú
VENEZUELA

El Gran Saltarín

Hay regímenes que se consideran la encarnación del "poder popular" y que emprenden campañas, como la de las Cien Flores y el Gran Salto Adelante en la China de Mao, que no son sino gigantescas estafas para atraerse el favor de las masas humildes e ingenuas.

Hay regímenes que se consideran la encarnación del "poder popular" y que emprenden campañas, como la de las Cien Flores y el Gran Salto Adelante en la China de Mao, que no son sino gigantescas estafas para atraerse el favor de las masas humildes e ingenuas.
Mao Zedong.
Cuando Mao abandonó la Presidencia de la República Popular China se dejaron de lado el sueño colectivista y el modelo soviético de los planes quinquenales. Las riendas quedaron en manos de Liu Shaoqi y Deng Xiaoping, el Adenauer chino, que convirtió al gigante asiático en una potencia económica.
 
En nuestra humilde Venezuela, que ha retrocedido a niveles propios del siglo XIX y de la primera mitad del XX, tenemos al Gran Saltarín, Hugo Chávez, el teniente coronel que sueña con imponernos un socialismo a la cubana, a su vez mal calco del que se estilaba en la fracasada Unión Soviética. Nos encaminamos hacia un régimen autocrático de extrema izquierda que, desde ya, nos está abocando a la cartilla de racionamiento.
 
Los venezolanos estamos inmersos en un proceso golpista violatorio de la Constitución y de los derechos civiles fundamentales. ¿Podrá lograrlo el teniente coronel presidente? Depende de nosotros, de nuestra voluntad, de nuestra disposición; del fervor que pongamos en la defensa del futuro de nuestros hijos y de las generaciones venideras.
 
"La mejor Constitución del mundo'', que pregonara urbi et orbi el teniente coronel, está agonizando. Y es que Chávez quiere entronizarse de la misma forma que antes lo hicieron los Duvalier en Haití, el monstruo Idi Amín en Uganda y Hitler en Alemania.
 
La sociedad civil demócrata es mayoritaria, pero tiene todo en contra: los poderes del Estado están en manos del teniente coronel presidente, que también maneja los comandos militares. Tiene tanto poder el mandante, que esa mayoría opositora es consciente de que será una lucha sin tregua y en desventaja.
 
Pero ahí está el despertar viril de la juventud, dirigida por la muchachada universitaria, que el pasado 23 de octubre, y a pesar de los intentos de las bandas armadas del oficialismo y de los guardias nacionales, dio una rotunda muestra de su integridad y decisión al entregar a la Asamblea Legislativa un documento en el que se explican las razones por las que millones de venezolanos no queremos someternos a una dictadura castrocomunista.
 
La libertad y la democracia todavía tienen posibilidades de evitar una tragedia sin futuro para nadie, excepto para los que ostentan el poder y el grupito de ñangaritas que jamás soñó una oportunidad como la que ahora disfruta.
 
Los hechos parecen mostrar que la gente está sintiendo el peligro en ciernes que representa la reforma chavista. La disyuntiva está entre votar no o abstenerse; pero, en este último caso, habría de ser una abstención activa, de presencia en la calle, a la ucraniana. Ambas opciones pueden vencer al teniente coronel presidente y al Gobierno, al autoritarismo del socialismo estatista.
 
No es tarea fácil. Debemos ser conscientes de que Hugo Chávez no reconocerá la derrota; y, conociendo sus ambiciones, jugará todas las cartas que le permitan retener el poder. Nuestro drama puede tener hasta un epílogo cruento, pero merece la pena que libremos tal batalla: está en juego el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos, de nuestras familias.
 
 
© AIPE
 
SAÚL PEREZ LOZANO, coordinador editorial del Bloque Dearmas.
0
comentarios