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PERÚ

El APRA vuelve por sus fueros

Poco más de dos años. Es lo que ha aguantado el Gobierno aprista de Alan García antes de que se descubriera otra de las suyas. Un nuevo caso de corrupción –uno más para el dudoso palmarés del APRA– ha removido los cimientos del Ejecutivo. García se ha visto obligado a aceptar su dimisión en bloque, tras salir a la luz unas grabaciones que implicarían a varios apristas en concesiones ilegales de explotaciones petrolíferas.

Poco más de dos años. Es lo que ha aguantado el Gobierno aprista de Alan García antes de que se descubriera otra de las suyas. Un nuevo caso de corrupción –uno más para el dudoso palmarés del APRA– ha removido los cimientos del Ejecutivo. García se ha visto obligado a aceptar su dimisión en bloque, tras salir a la luz unas grabaciones que implicarían a varios apristas en concesiones ilegales de explotaciones petrolíferas.
Alan García.
Los audios aparecieron en un conocido programa político dominical. En ellos, un ex ministro aprista del primer Gobierno alanista negociaba con un directivo de Perupetro –empresa pública que gestiona las licitaciones petroleras– la adjudicación de cinco lotes petroleros a la empresa noruega Discover Petroleum. Básicamente, discutían la manera en que se repartirían el pastel.
 
Nadie sabe hasta qué punto conocía Alan García y su hasta hace pocos días primer ministro, Jorge del Castillo, estos turbios negocios. Lo cierto es que en las grabaciones entre Rómulo León Alegría y Alberto Químper se citaban algunos nombres que podrían apuntar a eso. Tampoco se sabe si saldrán más audios que los involucren directamente. Como no podía ser de otra manera, nadie lo ha admitido, aunque los antecedentes del presidente peruano no le dan toda la credibilidad, especialmente en lo que a corrupción se refiere. Esta crisis, aunque políticamente irá adormeciéndose poco a poco, seguirá lanzando nombres, y lo más probable es que muchos de ellos estén vinculados al histórico partido de Haya de la Torre.
 
Rómulo León Alegría es uno de esos apristas de toda la vida involucrados en numerosos casos de corrupción. Fue ministro de Pesquería en 1988, cuando el primer Gobierno de García hacía aguas y la crisis económica ahogaba a la gran mayoría de los peruanos. Entonces se vio involucrado en convenios de dudosa legalidad con la extinta Unión Soviética. Fue Fernando Olivera, ex líder del FIM, partido aliado al de Alejandro Toledo y ex embajador del Perú en España, el que aireó en el Congreso dichos casos, lo que le costó la enemistad eterna del APRA y un enfrentamiento con el propio León Alegría que llegó incluso a la manos, al mismo estilo de las broncas de los parlamentos asiáticos.
 
Cuando disputaba con Ollanta Humala la presidencia del Perú, Alan García repitió hasta la saciedad que había aprendido la lección de su primer Gobierno. Por lo demás, su partido fue uno de los que más criticó la gestión de Alejandro Toledo, tanto por su política económica como por algunos escándalos. Lo extraño es que si algo positivo debemos decir del actual Ejecutivo es que poco o nada ha tocado de la dirección económica que Toledo y Pedro Pablo Kuczynski supieron darle al país, que a la postre ha permitido a la economía nacional uno de los mayores crecimientos del mundo durante más de 90 meses consecutivos. Parece evidente que Alan García y su partido no han aprendido la lección, y que comienzan a traicionar no sólo la confianza que millones de peruanos depositaron en ellos, sino la de varios líderes políticos e intelectuales que ya en el pasado habían sido sus más férreos enemigos.
 
Jorge del Castillo.Pese a algunos problemas que había tenido, como por ejemplo la baja popularidad de su presidente –algo que ya parece normal en el Perú–, el actual Gobierno parecía haber encontrado una especie de velocidad de crucero dejando que la economía siguiera su curso normal y manteniendo al país con una salud razonable. Asimismo, parecía que Jorge del Castillo, el primer ministro dimisionario, era el que controlaba sus movimientos, el que daba los consejos necesarios para evitar los exabruptos acostumbrados, algo que, por otra parte, no siempre lograba. Por último, parecía que Del Castillo era el hombre que había logrado el consenso con otras fuerzas o sectores del país. Tenía una imagen de político hábil y necesario para el mantenimiento de la estabilidad, y había conseguido deshacerse de la de tonto que se le colgó cuando fue alcalde de Lima, allá en la segunda mitad de los años 80.
 
Esto último lleva a muchos a pensar que podríamos estar ante un movimiento premeditado, o a preguntarse si la renuncia del Gabinete no habrá sido forzada por el propio presidente. Las elecciones serán en 2011, y, dado que García no puede volver a presentarse, el APRA carece de un segundo que pueda ser candidato en dicha cita. Pese a su mejorada imagen, Del Castillo no parecía ser el hombre adecuado, aunque era aceptado por varios sectores. Tal vez eso era lo que incomodaba a García.
 
Así las cosas, podría pensarse que la designación de Yehude Simon como primer ministro es una manera de hacer a éste presidenciable, pero por el partido aprista, no por el movimiento con el que logró la presidencia de la región de Lambayeque (derrotando ni más ni menos que al APRA, dominador histórico del norte del país).
 
Yehude Simon, un hombre acusado de formar parte del grupo terrorista MRTA y arrestado por el Gobierno de Fujimori tras su regreso al Perú para rechazar el golpe de estado de este último, nunca ha negado su ideología de izquierdas. A inicios de los 80 formó parte de Izquierda Unida, pero no fue hasta su salida de prisión –tras recibir el indulto del Gobierno interino de Paniagua– que comenzó su carrera política. Ahora se le considera un representante de cierta izquierda de provincias y un posible candidato para los comicios de 2011. Es fuera de Lima donde el APRA parece haber perdido mucha fuerza, y es ahí donde en los últimos veinte años han ganado los outsiders: Fujimori en los 90 y Humala en las últimas elecciones. Y Toledo en 2001. De ahí el posible interés de García por tenerlo cerca, por lo menos en estos próximos años.
 
El APRA ha vuelto a meter la pata. Una vez más. Aunque lo nieguen, los involucrados en el escándalo petrolero –ya conocido como Petrogate– están ligados al partido aprista, y Alan García es el principal afectado por la crisis. Ha intentado atajar las críticas tomando decisiones severas, pero ahora es su responsabilidad mantener la calma, sobre todo para que la buena marcha de la economía peruana no se vea afectada por tanta inestabilidad y unos mensajes de corte izquierdista y tacticista. Ya vemos que en realidad no había aprendido la lección, y ahora, sin Del Castillo como controlador, tendrá, aparentemente, que tomar más decisiones por si solo, algo que sin duda preocupa a todo el Perú.
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