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BOLIVIA

Ejército socialista

Las declaraciones del comandante Antonio Cueto, que ha apoyado el "proceso de cambio" y afirmado que el Ejército se declara socialista, antiimperialista y anticapitalista, suponen un nuevo hito en el proceso de destrucción de la institucionalidad democrática boliviana y de la subordinación de las instituciones fundamentales del Estado al Movimiento Al Socialismo (MAS).


	Las declaraciones del comandante Antonio Cueto, que ha apoyado el "proceso de cambio" y afirmado que el Ejército se declara socialista, antiimperialista y anticapitalista, suponen un nuevo hito en el proceso de destrucción de la institucionalidad democrática boliviana y de la subordinación de las instituciones fundamentales del Estado al Movimiento Al Socialismo (MAS).

Estas declaraciones, formuladas en la conmemoración de los doscientos años de creación del Ejército, reflejan hasta qué punto las Fuerzas Armadas han dejado de lado el rol que les asigna la Constitución para convertirse en un instrumento político-partidario.     

Sería un error quedarse en la simple crítica a las motivaciones personales que pudo tener el comandante Cueto, aunque no queda duda de que la inmediata ratificación del Alto Mando ha sido el reconocimiento que Cueto y sus colegas han recibido como recompensa por el sacrificio de su institucionalidad a los intereses del oficialismo.

Esta es una pretensión típica de los gobiernos autoritarios con pretensiones totalitarias: ideologizar a los militares y convertirlos en militantes. Cualquiera que estudie el proceso de consolidación en el poder del partido nazi encontrará que uno de los factores de principal tensión durante el gobierno de Hitler fue, precisamente, el Ejército, que los nazis querían convertir en una herramienta más del partido. Acabaron consiguiéndolo. Paradójicamente, ésa fue una de las causas de la derrota de Alemania en la Guerra Mundial.

La Constitución vigente, promovida por el gobierno del presidente Evo Morales, en ningún momento declara a Bolivia un país socialista, ni permite que las Fuerzas Armadas deliberen. Por el contrario, prohíbe expresamente a los cuerpos militares cualquier acción política. Identificarse con el proceso de cambio –como se denomina al programa de gobierno del MAS– o declarar al Ejército socialista, cuando esta es una decisión que corresponde al pueblo –en el marco de la Ley Fundamental–, es una grave violación del orden constitucional y una subversión del Estado de Derecho.

Afirmarse antiimperialista, cuando el Alto Mando Militar no se pronuncia sobre la injerencia de oficiales y funcionarios venezolanos en los asuntos bolivianos, y anticapitalista –porque el capitalismo, supuestamente, atenta contra la madre tierra–, cuando el narcotráfico destruye nuestros bosques y organizaciones políticas afines al gobierno nacional invaden parques, reservas y territorios indígenas, destruyendo las bases de nuestro desarrollo sostenible, es, cuando menos, una impostura.

El festejo del bicentenario de la creación del Ejército de Bolivia difícilmente podría haber sido más triste, indigno y vergonzoso.

 

© El Cato

ÓSCAR ORTIZ ANTELO, ex presidente del Senado de la República de Bolivia.

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