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LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA

Decisiones populares

La historia no registra casos de dictadores que hayan abandonado el poder por las buenas: iría contra su propia naturaleza, más próxima a la del escorpión que a la de cualquier otro bicho. Tampoco, y es muy importante recordarlo, registra casos de dictadores que hayan llegado a serlo sin respaldo popular, por acción o por omisión. Cuando hay resistencia, llegan por la vía de la guerra civil.

La historia no registra casos de dictadores que hayan abandonado el poder por las buenas: iría contra su propia naturaleza, más próxima a la del escorpión que a la de cualquier otro bicho. Tampoco, y es muy importante recordarlo, registra casos de dictadores que hayan llegado a serlo sin respaldo popular, por acción o por omisión. Cuando hay resistencia, llegan por la vía de la guerra civil.
Por elección directa llegó Adolf Hitler. Por aclamación, y luego por elección, Benito Mussolini. Por guerra civil, Lenin y Stalin. Hugo Rafael Chávez Frías, que lo intentó primero por golpe de estado militar, lo consiguió más tarde por aclamación y elección. Igual que su discípulo Evo Morales.
 
Los dos son racistas declarados: indigenista Evo; antiespañol, antieuropeo, antinorteamericano y antisemita Chávez. Los dos hacen racismo por resentimiento y reclutan adeptos en ese mismo campo: la culpa siempre es del otro, el negro y el judío para el Klan, el blanco y el judío para los neoprogres. Lo primero lo explicó en detalle David Wark Griffith en la película El nacimiento de una nación, que siempre fue tildada de reaccionaria (yo la considero revolucionaria, e invito a nuestros políticos a verla). Lo segundo aún no tiene su representación en el cine ni en la literatura: las novelas de dictadores siempre produjeron protagonistas abstractos, y ni siquiera el Supremo de Roa Bastos ni el vencido ilustrado de Carpentier reflejan a los pueblos: han oprimido, pero nadie los autorizó jamás a tal cosa. Los pueblos sólo han sido víctimas.
 
Ahora, Chávez dice que se irá en 2012. Demasiado largo me lo fía. "Ustedes no aprobaron la reforma, yo me tengo que ir", cuenta, después de haber sostenido que su derrota en el referéndum era sólo un "por ahora". No excluyo la posibilidad de que se haya deprimido: esas cosas les pasan también a los grandes hombres.
 
Evo Morales.Evo Morales, por su parte, ha dicho que enviará un proyecto de ley al Congreso boliviano para que convoque "rápidamente" un referéndum revocatorio. No puso fecha. Claro que la convocatoria no se haría sólo para él, sino también para los nueve gobernadores departamentales, que son mayoritariamente de la oposición.
 
Tras declarar lo que sigue: "Si el pueblo dice que se vaya Evo, no tengo ningún problema: soy el más demócrata", Morales lanzó esta advertencia: "El pueblo dirá quiénes se van y quiénes se quedan para garantizar este proceso de cambio". El suyo, por supuesto. Un proceso que la oposición "conservadora" trata de frenar, según el presidente.
 
El proyecto, pues, es no sólo garantizarse la continuidad, sino quitarse de en medio a los gobernadores de Santa Cruz, Tarija, Beni y Cochabamba (más de la mitad de la población de Bolivia, y dos tercios de su población urbana), que en este momento están denunciando ante varios organismos internacionales las "actuaciones ilegales" del presidente y su partido en el Congreso y en la Asamblea Constituyente.
 
La Asamblea, que a lo largo de un año no ha aprobado un solo artículo, se encontró el 24 de noviembre pasado con que el MAS (Movimiento Al Socialismo, el partido oficial) había aprobado en primera instancia el proyecto de Constitución de Evo Morales sin consultar a la oposición. Ahora lo ha aprobado la Asamblea, con sólo 160 de los 255 constituyentes que tenían que estar presentes.
 
La oposición se situó al margen y los representantes oficialistas cambiaron las reglas del juego: hacían falta los votos de dos tercios de la Cámara, pero desde ayer fue suficiente con dos tercios de los presentes. El nuevo documento no autoriza la reelección indefinida, pero permitiría a Morales continuar en el cargo hasta 2018 y limita las pretensiones autonomistas de los departamentos, lo cual, en el caso de Santa Cruz, es explosivo.
 
Ni Morales ni Chávez piensan marcharse, ni ahora ni en 2012, pero han abierto unas cajas de truenos que ninguno de ellos (ni Correa en Ecuador) será capaz de volver a cerrar en plazos razonables.
 
Chávez ha venido acumulando fracasos. El Banco del Sur, teóricamente sustitutivo del FMI, el BM y otros organismos internacionales de crédito, inaugurado formalmente el 9 de diciembre en Buenos Aires, acaba de ser definido por Melin de Carvalho, ministro de Hacienda brasileño, como "una abstracción" porque no tiene una línea definida.
 
Con gran reticencia, el Brasil se ha adherido al organismo, aunque el Senado aún no ha aceptado el ingreso de Venezuela en el Mercosur. Por otra parte, la elección de Caracas como sede principal de la entidad financiera, con subsedes en La Paz y Buenos Aires, suscita la desconfianza de los brasileños, que no fueron consultados a ese efecto. Además, Melin de Carvalho ha dicho que los siete países que forman el Banco del Sur: Brasil, la Argentina, Venezuela, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Ecuador, "tendrán que superar las desigualdades en la formación del mercado financiero", cosa nada fácil, como no escapará al lector avisado. Aclaremos que Chile sólo está en el Banco como observador, y que Colombia pidió su ingreso en el pasado octubre y aún no tiene respuesta.
 
Tampoco le están saliendo bien otras iniciativas, como el gasoducto continental y Telesur. Entre otras cosas, porque, aunque el chavismo lo desconozca, existe la competencia entre países y no todos están dispuestos a aceptar la hegemonía venezolana.
 
El supergasoducto tiene sus costes, tanto económicos (que ni siquiera Chávez, con su cartera de megalómano, puede asumir) como empresariales (él y Evo estarán dispuestos a nacionalizar lo que sea, pero los demás necesitan del capital externo para sus industrias extractivas) y políticos (serán unos cuantos los que le digan que se calle cuando el Gorila Rojo empiece a enojarse con ellos). "Hay un ataque desde la misma Sudamérica contra el gasoducto, y han logrado enfriar el proyecto", dijo Chávez hace poco. "Resulta que ahora el proyecto está frío: no hubo más reuniones, pasaron las fechas; en fin, el proyecto se enfrió. Bueno, no podemos obligar a nadie. No podemos nosotros hacer un gasoducto obligado para el Sur", explicó.
 
Hugo Chávez y Fidel Castro.Argentina ha aceptado, como España en su día, la fusión de las dos grandes empresas de televisión de pago, Multicanal y Cablevisión, controlada por el Grupo Clarín en un 60%. Y en el turbio proceso de TVE, ésta se ha deshecho de las empresas intermediarias y confiado a Mediapro (¡vaya!) la distribución del Canal Internacional. Demasiado para Telesur.
 
A pesar de todo ello, Chávez puede ofrecer su cuerpo y su alma al referéndum de revocación, y hasta insistir en el tema, sin que nada pase del farol: de acuerdo con la Constitución venezolana de 1999, el número de firmas necesarias para convocar la consulta es el 30% del electorado, un blindaje nada despreciable, sobre todo si se tiene en cuenta que todas esas firmas serán archivadas por la Seguridad del Estado, y eso no le gusta a nadie. La participación mínima de votantes es del 40%, pero eso es secundario, desde que se presupone que el 30% inicial irá a votar, que será la oposición y que el chavismo tiene cierta capacidad organizativa. Así y todo, es perfectamente sabido que la derrota de la reforma constitucional, el pasado 2 de diciembre, fue por un margen mucho mayor que el confesado oficialmente.
 
No obstante, de convocarse la consulta, quién sabe cuándo, mucho me temo que Chávez vuelva a ser el de 1992: un golpista de tomo y lomo. También entonces reconoció el fracaso del golpe: "Lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados", dijo. "Por ahora". Tardó seis años, y ya lleva nueve en el poder.
 
Morales se enfrenta a una situación distinta. El pueblo boliviano, uno de los más sufridos del mundo pero también uno de los más aguerridos, se toma muy en serio las promesas. Desde 1825, cuando se declaró independiente, Bolivia ha tenido 84 presidentes: uno cada dos años como media. Y no ha sido ajena a esa inestabilidad la exigencia popular. La minería dio lugar a las primeras organizaciones sindicales de Hispanoamérica en Chile y en Bolivia, y el Partido Comunista, pese a no haber llegado nunca a ser mayoritario, tuvo en los dos países una gran influencia y decidió más de una elección. Y más de un golpe de estado.
 
Si Morales tiene vocación de permanencia, no podrá hacer otra cosa que usar la fuerza. De hecho, ya ha empezado a hacerlo, aunque de una manera parcial y contenida. En este momento, tiene 400 personas en huelga de hambre, en cuatro departamentos distintos, entre ellos Santa Cruz, el más poblado y el más desarrollado. Una parte importante de esa oposición protesta por la injerencia venezolana en el país. Si ha hablado de consulta popular, tendrá que hacerla.
 
 
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