Los dos años de brownismo fueron desastrosos. Dejaron como bagaje un desolador "There is no money left". Curioso paso el del político escocés por Downing Street. Tanta prisa por suplir a Blair, y luego no hizo sino acabar de un plumazo con todo un legado, internacional, diplomático y económico.
Algunos, de modo peyorativo, hablan ya de "experimento cameroniano". ¡Qué poco conocen a los conservadores! Si algo les define históricamente es, precisamente, su cautela ante los cambios, ya sean grandes o pequeños. La huella de Edmund Burke se mantiene intacta en la filosofía del partido. La política de wait and see no sólo la aplican cuando de la Unión Europea se trata. Es, para ellos, un dogma.
Como sucediera en 1979, cuando el famoso "There is no alternative" de Margaret Thatcher, ahora no queda otra que apretarse el cinturón, y lo notarán todos los departamentos gubernamentales. George Osborne, ministro de Economía, lo avisó en Birmingham, durante la Conferencia Anual. El objetivo es, en palabras de Cameron, alcanzar "un nuevo dinamismo económico".
Sin duda alguna, el primer ministro es un valiente. Primero, porque no dispone de un gobierno mayoritario y sus socios, los liberal-demócratas, querrían un programa económico diferente o, por mejor decir, antagónico. Segundo, porque muchos usarán sus recortes para hacer demagogia contra él. Tercero, porque las medidas impopulares afectan a carteras ministeriales clave como Defensa, piedra angular de la política de seguridad británica.
Estos primeros meses de gobierno de Cameron están siendo muy intensos. Es muy posible que en mayo de 2008, cuando los tories arrasaron en las municipales, Cameron esperase un desembarco más plácido en Downing Street. No ha sido así, pero precisamente porque no ha sido así está mostrando su valía como estadista, en los ámbitos nacional e internacional.
Los conceptos grandilocuentes quedan para la política y los políticos continentales. En las Islas se opta más por el realismo. El interés nacional es lo primero.