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HISPANOAMÉRICA

Cuba necesita una transición madura

En ocasión de asistir a la reunión de Asuntos Económicos del Parlamento Latinoamericano, llegamos el día 25 de mayo pasado a La Habana, Cuba, luego de 9 horas de viaje. Fuimos recibidos por una fuerte lluvia que hacía 9 meses se negaba a caer en el país caribeño.

Una fugaz estadía de 3 días en esta capital latinoamericana, después de 11 años de nuestra última visita en ejercicio de la misma representación, nos muestra una isla con cambios poco significativos, poca cosa, aparte de la explosión hotelera que se instaló y que está desarrollándose. Claro está, fue muy corta la estadía y muy corto el tiempo que pude dedicar a caminar por La Habana para hablar con propiedad de las transformaciones estructurales, pero no llegué a percibir los "enormes" cambios que me habían anunciado.

Tal vez estén por otras partes y no los llegué a apreciar, pero no es eso lo que quiero compartir con ustedes, sino la sensación que uno tiene cuando intenta hablar con la gente, esa que "vive y siente en la calle", al decir de Luis Alberto de Herrera.

En esta experiencia –que no pude tener en anteriores visitas, cuando sólo tuve la posibilidad de saber lo que pensaban el Gobierno o sus más próximos seguidores–pasé la frontera y, gracias a los buenos oficios de mi amigo Jaime Trobo, contacté con una disidente, muy valiente e inteligente, que se propuso, hace unos años, dar a conocer al mundo lo que se siente y se murmura en Cuba, pero que los cubanos no se atreven a denunciar en público.

Esa disidente es Yoani Sánchez, una joven que en el año 2007 fundó el blog Generación Y, donde vierte sus denuncias sobre lo que le está vedado en su país.

Es magnífico cómo estos medios de comunicación electrónicos vienen menoscabando –de alguna forma– el accionar de gobiernos intolerantes que, por medio de la fuerza, callan la opinión del ciudadano, principio básico de la convivencia.

En una muy provechosa cena con mi amigo y correligionario Javier García y tres diputados venezolanos, estuvimos departiendo con Yoani y su esposo Reinaldo las experiencias de sus vidas en ese hermoso país, al que la madre naturaleza premió con un clima y una geografía excepcionales, pero al que el peso de los acontecimientos humanos ha sumido en la angustia y cuyos habitantes no tienen satisfechas sus necesidades básicas.

Es dignificante ver cómo desde la oscuridad, donde imperan innumerables ataduras, insultos, censuras y una vigilancia permanente, con sólo el arma de la inteligencia, arrojo y sobre todo convicción, se puede luchar por un espacio de libertad, tan esperado como largamente postergado.

Yoani y Reinaldo no tienenpartido político, no defienden una ideología política, no son de derecha, ni de izquierda, ni liberales ni socialdemócratas. Yoani se define como "posmoderna", sólo quiere dar pasos para que en Cuba se respire libertad, se respete la opinión ajena, se pueda convivir con ideas diferentes; una Cuba donde los cubanos se puedan expresar, el pluripartidismo sea una realidad y el desarrollo se construya entre todos.

Fue realmente una experiencia inolvidable, que nos hizo recordar nuestra lucha en los años de la oprobiosa dictadura. Parece increíble que en pleno siglo XXI se pueda justificar lo injustificable, con tanta hipocresía, azuzando el fantasma del imperialismo yanqui, con el sólo interés de mantener un socialismo opresor que ha fracasado estrepitosamente y que necesita en forma urgente una transformación profunda.

Nos queda la esperanza de que no sea la biología lo único capaz de terminar con los hermanos Castro, sino que desde dentro del propio régimen se promuevan los tan necesarios cambios, por los que luchan Yoani, Reinaldo y tantos cubanos que se movilizan en silencio. Nos fuimos convencidos de que la voz de Yoani y Reinaldo es la de millones de cubanos que luchan por un país libre y soberano.

La comunidad internacional tiene la obligación de trabajar en ese sentido, los cubanos se lo merecen, porque ahí hay un pueblo que murmura su opresión en voz baja, con ideas bien diferentes a la ideología imperante. Para bien de ese pueblo, es imprescindible una transición madura, que evite males mayores.

Que así sea, señor comandante.

 

RICARDO BEROIS, diputado uruguayo.

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