Menú
CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Con pies de plomo

Yo soy de los que piensan que la plétora de informaciones mata la información, creando desgana, hartazgo y mal humor, incluso cuando la noticia es importante y merece ser comentada. Así ha ocurrido con la muerte del Papa Juan Pablo II, de la que evidentemente no diré nada, después de tanto estropajo; me limitaré a comentar algún comentario.

Yo soy de los que piensan que la plétora de informaciones mata la información, creando desgana, hartazgo y mal humor, incluso cuando la noticia es importante y merece ser comentada. Así ha ocurrido con la muerte del Papa Juan Pablo II, de la que evidentemente no diré nada, después de tanto estropajo; me limitaré a comentar algún comentario.
Benedicto XVI.
Pudimos asistir, con cierto regocijo malévolo, a la repetición del delirio que impulsó a tantos, en Europa, a ordenar a los norteamericanos por quién debían votar, y luego al Concilio Vaticano qué Papa tenían que elegir: un Papa marxista leninista, o al menos socialburócrata, y desde luego ateo. Entre la infinidad de sandeces que se manifestaron en esa ocasión he elegido dos que me parecen significativas. La primera tiene que ver con los Guignols de l´info, de la cadena privada Canal Plus, maestros de la vulgaridad de extrema izquierda, que mostraron al nuevo Papa, Ratzinger, vestido con el uniforme nazi y haciendo el saludo fascista.
 
Esta finura se basaba en el hecho de que, en sus mocedades, el Papa Benedicto XVI había sido movilizado por las Juventudes Hitlerianas, como todos los jóvenes alemanes. Pero, claro, los intelectuales orgánicos responsables de estos guignols ignoran la Historia, como la mayoría de los franceses, y de los españoles. Pues resulta que en los últimos meses de la guerra, y después de sus derrotas en los frentes, Hitler movilizó todo lo que pudo movilizar, ancianos como chavales, incluso de 13 y 14 años, y fueron las Juventudes Hitlerianas las encargadas de movilizar, encuadrar y conducirles al matadero.
 
Cuando aún era Canciller, Helmut Kohl, en no recuerdo qué mes de mayo, aniversario de la derrota de la Alemania nazi, relataba su propia experiencia de joven movilizado a la fuerza. Lo leí entonces en el ABC, pero no en la prensa francesa. Esto se explica por la censura de izquierdas, que siempre justifica la mentira en nombre de la verdad dialéctica, muy superior a la rastrera realidad.
 
François Mitterand.En efecto, en aquellos momentos Kohl y Mitterand bailaban muy juntos un vals vienés, y por lo tanto europeo, y las masas no hubieran entendido que el presidente de Francia bailara con un "ex nazi", sobre todo teniendo en cuenta que Mitterand había formado parte del gobierno de Petain, voluntariamente él, durante los años negros de la Ocupación.
 
Pasemos a la segunda. En varias ocasiones, entre los elogios y ditirambos al Papa difunto, he oído y leído que, además de sus grandes virtudes como jefe de la Iglesia Católica y defensor de la fe, también había sido un valeroso luchador contra las tres plagas del siglo XX: el nazismo, el comunismo y el ... ¡capitalismo! Echar al basurero de la Historia esas tres realidades juntas no sólo es un disparate y una infamia, sino que, tratándose del capitalismo, puede afirmarse, tranquilamente: "Los muertos que vos matáis gozan de buena salud".
 
Avanzando, como siempre, con pies de plomo, debo decir que me temo que el embarazo de la Princesa sufra asimismo de una plétora de informaciones que creen hartazgo e ironía. No diré, pues, nada al respecto, limitándome a la cuestión política de la sucesión y a la posible reforma constitucional sobre la igualdad entre varones y hembras. Pues, lamentándolo mucho (o no), debo anunciar a la futura Majestad que, cualquiera que sea su sexo, lo más probable es que no sea nada.
 
Me explico: España, que no es Turquía ni Marruecos y que, pese a Juan Goytisolo y a Ben Laden, es España desde Andalucía a los Pirineos, está en Europa, y desde luego dentro de veinte años, pongamos, y cualquiera que sea el camino elegido por (o impuesto a) los europeos, Europa no será ni un Reino, ni un Imperio, será una República.
 
Existen dos hipótesis y una probabilidad, en lo que viene calificándose de "construcción europea". Primera hipótesis: los partidarios de la Europa-potencia, esencialmente antiyanqui, partidarios del "sí" a la Constitución (¿cómo han podido votar "sí", en España, los monárquicos a una Constitución que, de hecho, anula las monarquías?); proyecto defendido, pese a sus múltiples contradicciones, por la alianza contra natura de la socialburocracia del PSE y el esquizofrénico y cobarde PPE, que será más o menos socialista pero de todas formas burocrática, y en donde la socialburocracia, con el apoyo de Francia y Alemania, organizará, con o sin referéndum, cambios en las Constituciones nacionales para ponerlas a la hora constitucional europea y liquidar a las monarquías.
 
Segunda hipótesis, hoy por hoy muy minoritaria: la creación de una Europa realmente liberal, abierta al mundo democrático, y no sólo a los USA; una Europa capitalista, pero no de un capitalismo de Estado, o dirigido y controlado por la burocracia estatal, sino un capitalismo liberal y popular y una democracia que respete las tradiciones nacionales, la voluntad de los pueblos y se someta al voto ciudadano.
 
En esta hipótesis, hoy por hoy con pocas posibilidades de éxito, evidentemente no se disolverán autoritariamente las naciones, ni se impondrá desde Bruselas un sistema político contra la voluntad de los ciudadanos; al revés, como en la Constitución norteamericana, serán los ciudadanos quienes decidirán en cualquier momento sobre cualquier tema. Aceptando la utopía de la Europa liberal, próspera y democrática, pero firmemente decidida a defenderse, no seré yo quien decida el futuro de las monarquías: serán los pueblos.
 
Sin embargo, la lógica de la construcción europea, en cualquiera de estas dos hipótesis, más flexibles y democráticas con una Europa liberal, más burocráticas y autoritarias con una Europa-potencia, indica que las próximas instituciones europeas serán republicanas, porque resulta imposible imaginar siquiera, a estas alturas, un Reino Unido Europeo, y aún menos un Imperio. Ciertos países podrán mantener sus monarquías –sobre todo en la hipótesis liberal–, pero como reliquias del pasado, como patrimonio cultural, sin que los monarcas futuros tengan la menor influencia política, ni siquiera simbólica, infinitamente menos que hoy, en las monarquías constitucionales de España o el Reino Unido, pongamos. Por ello, me permito señalar que el próximo Reino de España, esté ocupado por un varón o una "varona" (no me gusta la palabra "hembra"), no será nada. De esto, claro, nadie habla. Ni las avestruces.
 
Queda la probabilidad, o sea la crisis, y tal vez la catástrofe. Queriendo imponer, a marchas forzadas y con calzador, esta Constitución contradictoria e inaplicable, la clase política europea partidaria de ese aquelarre que califican de Europa-potencia puede provocar como resultado, a medio plazo, la "rebelión de las masas", el rechazo de toda construcción europea, tanto la burocrática y autoritaria, que lleva hoy la voz cantante, como la liberal, que todo se derrumbe como la Torre de Babel, con previsibles conflictos, y sin descartar las guerras. Es bastante probable que las naciones edificadas y curtidas durante siglos, que ya han conocido lo mejor y lo peor, resistan. Y podrán seguir existiendo ciertos tronos, pero reinarán sobre un campo de ruinas...
 
Podrá parecer esta visión demasiado pesimista; yo la considero realista, sin intentar precisar la gravedad que pueda tener la futura crisis. No sólo la meta es importante, los métodos empleados para alcanzarla también lo son. Y, por cierto ¿de qué meta se trata? Estoy convencido de que una Europa liberal, abierta a la mundialización, apoyándose mutuamente con todos los países democráticos, no sólo será más libre, sino también más fuerte, política, cultural, económica y militarmente que esa Europa-fortaleza, arcaica y autárquica, intentando luchar contra la invasión de pantalones y camisetas chinos.
 
Claro que dentro de 20 años las invasiones pueden ser de otra índole, y mucho peores, y una vez más Europa tendrá que pedir socorro a los USA...
0
comentarios