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EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

Arnold en la patria de Reagan

Las cosas no van muy bien para la derecha norteamericana. La selección de Harriet Miers, cuyo mayor mérito parece consistir en disfrutar de la confianza de Bush, ha levantado una tempestad entre los más fieles de los fieles. Los gigantescos gastos presupuestados tras el paso del Katrina están sublevando a los más liberales de la coalición presidencial. Hay acusaciones de corrupción contra varios líderes republicanos. Incluso Karl Rove ha tenido que volver a declarar ante la justicia para aclarar de una vez si filtró o no el nombre de la espía (residente en Washington) Valerie Plame.

Las cosas no van muy bien para la derecha norteamericana. La selección de Harriet Miers, cuyo mayor mérito parece consistir en disfrutar de la confianza de Bush, ha levantado una tempestad entre los más fieles de los fieles. Los gigantescos gastos presupuestados tras el paso del Katrina están sublevando a los más liberales de la coalición presidencial. Hay acusaciones de corrupción contra varios líderes republicanos. Incluso Karl Rove ha tenido que volver a declarar ante la justicia para aclarar de una vez si filtró o no el nombre de la espía (residente en Washington) Valerie Plame.
Arnold Schwarzenegger.
Alguna noticia le permite a la derecha encarar el futuro con confianza. Rove, después de comparecer por cuarta vez ante un gran jurado federal, se fue a una cena para recaudar fondos en Nueva York: sigue, por tanto, en la brecha. John Bolton, el embajador de Estados Unidos ante la ONU, ha empezado a dar muestras de su carácter. El día 10 vetó una nueva reunión del Consejo de Seguridad sobre las violaciones de derechos humanos en Darfur argumentando que ya está bien de "briefings" y reuniones de información y que ha llegado el momento de actuar.
 
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Pero la noticia que de verdad ha conseguido animar un poco a la derecha norteamericana ha sido el resurgir de Arnold Schwarzenegger en California. El pasado verano su índice de popularidad se derrumbó hasta alcanzar el triste récord que hoy ostenta Bush, es decir, menos del 40%. Hubo, y sigue habiendo, quien ya lo daba por acabado. Parecía casi tan impopular como su predecesor, el demócrata Gray Davis.
 
¿Por qué esta caída en desgracia? El Parlamento californiano es de mayoría demócrata, las reformas que Schwarzenegger había intentado hacer pasar habían sido bloqueadas y el gobernador decidió apelar al voto de los californianos en un referéndum que se celebrará el próximo 11 de noviembre. Contando con que la opinión pública californiana es de observancia progresista, los demócratas, los sindicatos y los funcionarios desencadenaron una gigantesca campaña publicitaria en contra de las reformas propuestas.
 
Ante eso, Schwarzenegger y su equipo han permanecido callados, viendo cómo evolucionaba la situación hasta que llegara el momento de intervenir en la campaña previa al referéndum. Lo ocurrido en este tiempo confirma que ha sido una buena estrategia. Parece que las cosas se ven de modo muy distinto cuando quienes toman las decisiones sobre las cuestiones generales no son los políticos, sino la gente, los ciudadanos.
 
¿Cuáles son estas propuestas? La Propuesta 74 requiere que se aumente el período de prueba de dos a cinco años para que los profesores del sistema educativo público puedan acceder a la condición de contratados de por vida. Esto ha enfurecido a los sindicatos de profesores, que han puesto en marcha una campaña multimillonaria que sólo ha logrado reforzar la posición del gobernador. Hasta el momento, la propuesta va ganando por un margen de once puntos, 55 frente a 44%. (Todos los datos, de una encuesta de Survey USA).
 
La Propuesta 75 exige a los sindicatos que, cada vez que el dinero de las cuotas vaya a ser utilizado para objetivos políticos –es decir, para apoyar candidatos y causas del Partido Demócrata, que es donde siempre van los fondos sindicales–, obtengan la autorización por escrito de los afiliados. Las burocracias sindicales están rabiosas, con razón. Allí donde estas medidas ya existen las cuotas sindicales destinadas a los comités de acción política han bajado en un 90% (estado de Washington) y en un 95% (Utah). Schwarzenegger y el Partido Republicano han conseguido presentarse como los auténticos representantes de los trabajadores frente a las burocracias sindicales. El margen a favor es de 60 a 37%.
 
La Propuesta 76 impone un límite al incremento del gasto público, que no podrá aumentar más allá de lo que lo hagan los ingresos. El respaldo en este caso es de 58 frente a 36%.
 
Ronald Reagan.La Propuesta 77, finalmente, cambia la forma en que se diseñan los distritos electorales en California. En Estados Unidos se rediseñan periódicamente en función de la población y, desde los años 70, en función de criterios que deben tener en cuenta la representación de minorías étnicas. La práctica del diseño de los distritos electorales ha dado mucho poder a los políticos, que negocian a su conveniencia la circunscripción en los parlamentos estatales. Se ha llegado a decir que, en la actualidad, en Estados Unidos no son los electores los que eligen a sus representantes, sino los representantes quienes eligen a sus electores.
 
Schwarzenegger, con la oposición de los demócratas y algunos republicanos de Sacramento, la capital política de California, ha propuesto que sea un grupo de tres jueces retirados los que se encarguen del rediseño de las circunscripciones. Los californianos respaldan la propuesta por un 59 frente a un 36%.
 
En lo que se refiere al índice de popularidad, el de Schwarzenegger sigue siendo bajo. Pero el apoyo a sus propuestas ya le ha llevado a anunciar que se presentará a las elecciones de 2006. Como ha escrito Michael M. Rosen en Tech Central Station, California, a pesar de su proverbial progresismo, también sigue siendo la patria de Ronald Reagan.
 
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A los países europeos no nos vendría mal un poco de democracia directa como la que se practica en los estados norteamericanos y, de este lado del Atlántico, en Suiza. No hay por qué tener miedo a la participación democrática. La gente debería tener la oportunidad de asumir responsabilidades en temas que afectan a todos, que no son monopolio de las oligarquías políticas y que se podrían consultar con preguntas sencillas, comprensibles para el común de los mortales.
 
Por ejemplo, ¿quiere usted seguir siendo español?
 
A lo mejor así la gente empieza a enterarse de que las cosas dependen de lo que uno haga, no de lo que hagan los demás.
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