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Argentina y el lastre de su gobierno

La demanda mundial de alimentos crece, y parece que Brasil está aprovechando la coyuntura mejor que otros. Uruguay, con una superficie más pequeña que la provincia de Buenos Aires, está copando los mercados que va perdiendo Argentina, cuyo gobierno sigue estrangulando a los productores agropecuarios, a quienes prohibió exportar carne. ¡Brillante idea del presidente más hormonal y poco cerebral que tuvo el país austral!

La demanda mundial de alimentos crece, y parece que Brasil está aprovechando la coyuntura mejor que otros. Uruguay, con una superficie más pequeña que la provincia de Buenos Aires, está copando los mercados que va perdiendo Argentina, cuyo gobierno sigue estrangulando a los productores agropecuarios, a quienes prohibió exportar carne. ¡Brillante idea del presidente más hormonal y poco cerebral que tuvo el país austral!
Néstor y Cristina Kirchner.
El afán por empobrecer a los argentinos, mientras personalmente se llena los bolsillos, parece ser el único objetivo planificado de Cristina.

Los países que más posibilidades tienen de avanzar debido al aumento en la demanda de alimentos son la India, Brasil y Argentina. En la India, sus 1.200 millones de habitantes –repartidos en 3,3 millones de kilómetros cuadrados– consumen toda la producción. El país asiático es, además, el mayor productor de vacuno; pero se trata de un vacuno que no faena ni se exporta... Cosas de la religión. En cuanto a Brasil, tiene para los suyos (200 millones de habitantes en 8,5 millones de kilómetros cuadrados) y para los demás. El sistema permite trabajar libremente a los hacendados, por lo que la empresa privada y el país prosperan. Finalmente, Argentina, con 41 millones de habitantes en 2,7 millones de kilómetros cuadrados, podría abastecer a su población y al mundo, pero su gobierno prefiere fomentar la indigencia a base de subsidiar todo lo que se le pone a tiro, para así ganar el apoyo de los pobres, en vez de ayudarles a ser ricos.

Hace 64 años, Juan Perón tomó el poder en la Argentina. Emponzoñó el país y pulverizó la economía nacional. Desde entonces, sus seguidores continuaron la onda destructiva e hicieron todos los peores experimentos financieros imaginables, en vez de simplemente copiar a los triunfadores. Su supuesta contraparte política, los radicales, aunque más delicados en el trato, son tan izquierdistas e incongruentes como los primeros, por más que se califiquen de liberales.

Con su experiencia de incontables fracasos populistas, los argentinos deberían haber aprendido la lección, pero el adoctrinamiento peronista ha superado al comunista. No ven la luz al final del túnel. Viven encerrados en su propio mundo, donde Perón sigue siendo lo más grande, mal que le pese a la objetividad, el sentido común y la lucidez.

Hoy, los argentinos tienen una oportunidad inigualable de salir de su círculo de calamidades económicas y volver a jugar en las grandes ligas. Pero para eso tienen que cambiar su mentalidad estatista por una liberal. Otro punto negativo es que están gobernados por sujetos de ultraizquierda, extraordinariamente obtusos, que se enemistaron con todos los gobiernos importantes del globo. Los únicos con los que se entienden son sus iguales de Venezuela, Bolivia y Cuba. Invictos fabricantes de miseria.

El argentino tiene alma competitiva, y puede batirse con cualquiera en cualquier campo... si se lo permiten. El argentino que sobresale es aquél al que no le ponen freno. Como en lo poco que no se mete el estado es en el deporte, sus héroes famosos son, principal y precisamente, deportistas. Si la misma política de dejar brotar la habilidad personal se permitiese en los ámbitos comercial, industrial, académico, empresarial, científico, tecnológico, el país daría un salto al progreso sin limitaciones ni fronteras. Sin embargo, el gobierno sigue inmiscuyéndose en todo, cercenando las chances de la gente de triunfar y generar riqueza.

Cuanto más grande es el estado, más pequeño es el individuo, y hace 60 años que el estado lo es todo. El ciudadano promedio es un minúsculo ente gris que para desenvolverse con soltura debe emigrar. Argentina debe hacer un cambio contundente e irreversible; reducir el estado al mínimo, para que se ocupe de la seguridad y las infraestructuras y no de los negocios, y deje a los ciudadanos libertad para trabajar sin trabas.

El año próximo podría ser el momento propicio para la aparición de un líder político, con cabeza clara y fuerza de carácter, que acabe con el enfermizo populismo patrio y haga resurgir a la Argentina ganadora; pero hasta ahora no se vislumbra a nadie así...


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