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IBEROAMÉRICA

Argentina, en caída libre y sin paracaídas

Poco antes de la crisis económica internacional, Buenos Aires anunció que las transacciones entre Argentina y Brasil sólo se harían en las monedas nacionales de ambos países. Para Cristina y Lula, el dólar iba a dejar de existir. Con el real y el peso devaluándose, ese plan seguramente ha pasado al archivo de los proyectos idiotas, pero con los populistas nunca se sabe: Hugo Chávez sigue insistiendo en una divisa única para América Latina.

Poco antes de la crisis económica internacional, Buenos Aires anunció que las transacciones entre Argentina y Brasil sólo se harían en las monedas nacionales de ambos países. Para Cristina y Lula, el dólar iba a dejar de existir. Con el real y el peso devaluándose, ese plan seguramente ha pasado al archivo de los proyectos idiotas, pero con los populistas nunca se sabe: Hugo Chávez sigue insistiendo en una divisa única para América Latina.
Cristina Kirchner.
En Bolivia se trató de eliminar el dólar en 1982, durante el Gobierno izquierdista de Hernán Siles Zuazo, que decidió desdolarizar la economía para "independizar [el país] del imperio". La hiperinflación llegó al 26.000% anual. Fue la tercera inflación más alta de la historia, y la única no debida a una guerra internacional.
 
En 1984 la unidad monetaria más valiosa era de 1.000 pesos bolivianos. Sólo un año más tarde, el billete más alto valía 10 millones de pesos bolivianos. Precisamente en 1985, un billete de 1 millón de pesos bolivianos equivalía a 55 centavos de dólar.
 
En la Argentina la inflación fue una constante desde 1975 hasta 1991. En 1975 la unidad monetaria más valiosa era de 1.000 pesos. La progresión fue la siguiente: 1976, 5.000 pesos; finanles de 1976, 10.000 pesos; principios de 1979, 100.000 pesos; finales de 1981, 1.000.000 de pesos. En 1985 reformaron la moneda: 1 austral equivalía a 1.000 pesos argentinos. En 1992 hubo una nueva reforma: 1 nuevo peso valía 10.000 australes. Un peso de 1992 equivalía a 100.000.000.000 de los de antes de 1983.
 
Las sucesivas políticas económicas erróneas, como la adopción de la paridad con el dólar, culminó en la tragedia de 2001, cuando el 60% de la población argentina cayó en la pobreza.
 
El Gobierno K no puede seguir disimulando ni conteniendo la inflación: el panorama económico argentino ya empezó a tornarse oscuro, y para el próximo año lo más probable es que sea negro.
 
Aproximadamente un mes atrás, la mandataria emitió un arrogante comentario acerca de la crisis financiera internacional: la economía del Primer Mundo –dijo– es una burbuja, mientras que su modelo –basado en los subsidios, las estatizaciones y la inflación digitada– sí funciona. Los resultados de su maravilloso sistema no se hicieron esperar: en las últimas semanas el dólar se disparó, el índice de la bolsa de Buenos Aires cayó y el Gobierno se apropió de los fondos privados de pensiones.
 
La presidenta todavía no tiene una apreciación clara de la realidad y habita en una burbuja. Cristina no comprende que gracias a los siderales ahorros generados por el capitalismo, que tanto critica, la Reserva Federal estadounidense puede salir a socorrer a las empresas más colosales del orbe, hasta que retomen su cauce. Los socialistas no tienen ningún respaldo, y el porrazo va a ser fatal.
 
Venezuela está tocando fondo, y para poder sustentar su revolución el coronel pasará la factura a sus deudores. La Argentina tiene un fuerte compromiso con el venezolano, y en 2009 no sabrá con qué honrarlo. Nuevamente huele a default.
 
Desde que los socialistas están en el poder, la indigencia en los países sudamericanos va en aumento. El nivel de pobreza en el Brasil es del 31%, mientras que en la Argentina es del 31,9 (oficial: 23,4), del 38,3 en el Ecuador y del 64 en Bolivia (oficial: 60); en Venezuela es del 40% en las áreas urbanas (oficial: 37,9) y del 70 en las rurales.
 
La crisis recién comienza, porque las bolsas pueden caer en un día, pero demorar años en levantarse, y si bien el optimismo inmediato por el cambio en la Casa Blanca alzará los mercados temporalmente, a mediano y largo plazo la política económica de Obama tenderá a hundir Estados Unidos, lo que agravaría la situación mundial. No olvidemos la Gran Depresión de 1930, que en realidad se produjo en 1929, aunque nadie la recuerde por tal fecha. Lo que pasó es que en 1929 no se sintió el efecto: la miseria general llegó un año más tarde.
 
 
© AIPE
 
JOSÉ BRECHNER, periodista y ex diputado boliviano.

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