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HISPANOAMÉRICA

Argentina, cuesta abajo

Argentina se está haciendo tan conocida por el modo en que su Gobierno confisca dinero ajeno como por sus maravillosos tangos. Hace pocos años los inversores internacionales con bonos argentinos sufrieron un fenomenal corte de pelo (pérdida en el principal), por emplear la jerga financiera. Ahora la voracidad del Ejecutivo de Cristina Fernández de Kirchner está infligiendo un rapado completo a los propios argentinos: les está quitando el dinero que tenían invertido en fondos privados de pensiones.

Argentina se está haciendo tan conocida por el modo en que su Gobierno confisca dinero ajeno como por sus maravillosos tangos. Hace pocos años los inversores internacionales con bonos argentinos sufrieron un fenomenal corte de pelo (pérdida en el principal), por emplear la jerga financiera. Ahora la voracidad del Ejecutivo de Cristina Fernández de Kirchner está infligiendo un rapado completo a los propios argentinos: les está quitando el dinero que tenían invertido en fondos privados de pensiones.
El Gobierno argentino vuelve a tratar de llenar sus arcas mediante incautaciones. En marzo, la presidenta quiso aumentar los impuestos a las exportaciones de soya hasta niveles confiscatorios. Tras meses de lucha con las poderosas organizaciones agrícolas y soportar un alto precio político, el Gobierno perdió la batalla. De hecho, pareció enmendar sus pasos: hace sólo un mes incluso decidió pagar al Club de París, con la esperanza de mejorar su posición ante la comunidad financiera.
 
Pero ahora quiere apropiarse del botín de 30.000 millones de dólares de los fondos privados de pensiones. Esto lleva a preguntarse por qué busca tan desesperadamente una caja fuerte que forzar.
 
Argentina está al borde del colapso fiscal. Así de sencillo. El Gobierno ha gastado como un marinero beodo durante años. Para asegurar la elección de su esposa, el anterior mandatario, Néstor Kirchner, empeoró las cosas en 2007, probando fuertes aumentos del gasto. Se trataba de una irresponsabilidad, pero podra disimularse mientras las cosas fueran bien. En particular, los impuestos sobre las exportaciones de productos básicos generaban miles de millones al fisco. Pero en los últimos meses el precio internacional de la soya ha caído casi a la mitad, agravando el golpe fiscal que el Gobierno se autopropinó al forzar a los productores de la misma a desencadenar huelgas. Perdió de esta forma miles de millones de dólares en ingresos tributarios.
 
Por otro lado, en los próximos dos años vencerán 23.000 millones de dólares de deuda pública. Un Gobierno normal no tendría mayor problema, pues podría refinanciar la mayoría de la misma. Pero el brutal trato dado a los inversores internacionales ha tenido un efecto bumerán para los Kirchner. Aquéllos desconfían y, lógico, ofrecen muy poco dinero (si es que ofrecen alguno) y a tasas de interés muy elevadas. De hecho, el único comprador de bonos argentinos ha sido Hugo Chávez, aunque su solidaridad tiene límites: también ha cobrado altos intereses, y ahora, con la baja de precios del petróleo, afronta sus propios problemas fiscales.
 
Cuando hubieron de hacer frente a tal estrechez fiscal, los Kirchner encontraron lo que debió de parecerles una solución mágica: tomando los 30.000 millones de dólares de los fondos privados de pensiones acabarían de golpe con todas sus preocupaciones fiscales; y además intentarían hacerlo con la excusa de "proteger a [los] trabajadores y jubilados", como ha llegado a decir la presidenta.
 
Esta vez eligieron mejor a la víctima. Los fondos de pensiones privados han tenido problemas: algunos de su completa responsabilidad, aunque la mayoría tienen origen en años de intromisión gubernamental; y la crisis financiera mundial les ha hecho perder dinero en fechas recientes. Así las cosas, tenemos que los fondos privados de pensiones no son populares... y son menos capaces de defenderse que los productores de soya.
 
Pero a estas alturas los Kirchner deberían saber que es erróneo creer en las soluciones mágicas, en vez de en el buen gobierno y la promoción de políticas sólidas. La solución mágica de quitar gran parte de su capital a quienes tenían bonos resolvió algunos problemas de corto plazo a Néstor Kirchner, pero ahora obstaculiza el acceso de Argentina a los círculos financieros para renovar la deuda. En el corto plazo, la solución mágica de apoderarse de esos 30.000 millones de dólares, propiedad de 9,5 millones de argentinos, podría resolver algunos problemas fiscales. Pero a medio y largo plazo dañará gravemente la economía argentina.
 
Tras el anuncio, la bolsa bonaerense perdió la cuarta parte de su valor en sólo dos días, y los inversores se deshicieron en tropel de los bonos argentinos, haciendo aún más difícil al Estado el refinanciamiento de la deuda. Los fondos de pensiones son los principales inversores en el mercado local de capitales. Su defunción hará que las compañías tengan más difícil el acceder a la financiación. Además, el perjuicio causado a la economía acabará afectando a la ciudadanía: crecerán el desempleo y la pobreza.
 
Quizá los Kirchner estén allí para sufrir las consecuencias políticas. Quizá no. Pero es una tragedia que los argentinos sigan siendo esquilmados por su Gobierno. "Cuesta abajo" es un tango hermoso, pero es una pena que los Kirchner lo hayan convertido en su política.
 
 
© AIPE
 
JAIME DAREMBLUM, director del Centro de Estudios Latinoamericanos del Hudson Institute (Washington).

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